Europa está en vilo mientras una segunda presidencia de Donald Trump se hace cada vez más probable. Tras el ataque que sufrió el pasado sábado, las encuestas han aumentado su margen de ventaja sobre su rival, el presidente demócrata, Joe Biden, candidato favorito en la mayoría de países de la UE para ocupar la Casa Blanca los próximos cuatro años.
“La vuelta de Trump es más posible ahora que hace 6 meses”, dice a EL PERIÓDICO el eurodiputado socialista Javi López, recién nombrado vicepresidente del Parlamento Europeo recién constituido. “La Unión Europea y la OTAN están valorando ese escenario y tendrán que tomar medidas para una mayor autosuficiencia estratégica”, añade. Según López, el retorno de Trump implica “un mayor riesgo para Europa” comparado con su primera legislatura, ya que dejó como legado un poder judicial escorado a su favor.
Una segunda presidencia del republicano abriría una retahíla de interrogantes para la UE: desde la continuidad de Estados Unidos dentro de la OTAN y la ayuda militar a Ucrania contra la invasión rusa, hasta la introducción de nuevos aranceles que entorpecieran la relación comercial entre ambos continentes, pasando por el empujón ideológico y de legitimidad que recibiría la extrema derecha europea si Trump volviera a gobernar el país más rico e influyente del mundo.
El apoyo a Ucrania
“Sin el apoyo de EEUU, va a ser muy difícil continuar armando a Ucrania”, admitió públicamente hace unos días el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. Y es que la prioridad más inmediata de Europa es su seguridad exterior y, en particular, frenar el avance ruso. “Al menos hasta ahora la doctrina oficial en la UE es hacer lo que sea necesario y todo el tiempo que sea necesario con el fin de apoyar a Ucrania”, añadió el político español, que dejará su cargo antes de que se celebren las elecciones estadounidenses.
La Eurocámara es consciente del reto. “Trump ha elegido como candidato a la vicepresidencia a alguien [J. D. Vance] que quiere abandonar a Ucrania y a Europa. Nunca ha sido tan urgente construir la Unión Europea de la defensa”, sostiene la eurodiputada liberal francesa, Nathalie Loiseau.
Puentes de ultraderecha
En un sistema bipartidista como el americano, cobra importancia qué facción del partido está en el poder. En el caso de Trump, si bien su posición se presentó más como populista que como radical en su primera campaña, la elección de Vance apunta a una deriva más próxima hacia la extrema derecha europea. En ese sentido, la visita a Trump del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, en una supuesta “misión de paz” para Ucrania, ha tendido un puente transatlántico inusitado, que ha levantado ampollas en Bruselas por saltarse los carriles institucionales.
“[Trump] está más que convencido de que la proporción de la carga financiera entre EEUU y la UE cambiará significativamente en detrimento de la UE en lo que respecta al apoyo financiero a Ucrania”, se leía en la carta que el mandatario húngaro envió al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, para informarle del contenido de la reunión. En la misiva, a la que ha tenido acceso EL PERIÓDICO, Orbán cuenta cómo Trump se propone a sí mismo como “mediador de paz” entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder ucraniano, Volodímir Zelenski.
La Alianza Atlántica
“Si hemos sobrevivido a la reelección de Putin en Rusia, sobreviviremos a los resultados electorales en EEUU, no importa quién gane”, dice a EL PERIÓDICO el eurodiputado popular Antonio López-Istúriz, que considera que EEUU tiene un “compromiso indiscutible” con la OTAN. “A su manera, Trump nos ha forzado a romper la inercia y volver a pensar en la seguridad europea”, añade. Lo cierto es que Trump se encontrará con una OTAN muy diferente a la que dejó, con dos miembros más –Suecia y Finlandia– y con 23 de los 32 países invirtiendo más del 2% de su PIB en defensa, cumpliendo el objetivo fijado en 2014 para alcanzar en 2024.
“Los aliados europeos están invirtiendo más en defensa, despliegues y fuerzas”, recuerdan fuentes diplomáticas, “avanzando en el sentido en el que Trump pedía de una forma un tanto desabrida”. Sin embargo, eso no necesariamente contentará a un errático dirigente republicano. Además, si se destina más porcentaje de los presupuestos a defensa será a costa de reducir el de otras partidas, explica a este diario Niclas Poitiers, investigador del centro de estudios de políticas europeas Bruegel: “Hay un inevitable impacto económico y social en el aumento del gasto militar”.
Riesgos económicos
Las repercusiones en la economía europea tienen varias dimensiones. El eslogan trumpista de “Hacer EEUU Grande de Nuevo” pasa por priorizar el mercado doméstico al internacional. Un ejemplo de giro de guion a golpe de poder ejecutivo es el gravamen que Trump impuso sobre el acero y aluminio extranjero. “Dijo que era por razones de seguridad nacional pero en realidad era para proteger el mercado doméstico”, explica Poitiers.
Trump marcó un punto de inflexión en la dirección opuesta al libre mercado. Y lo que Trump hizo, Biden no lo deshizo en sus cuatro años de legislatura, así que el experto teme que una nueva regresión sin haberse recuperado de la anterior lleve a Europa a una posición todavía más desfavorecida.