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En la Amazonía empeora la crisis ecológica, en parte por las acciones de bancos internacionales que financian el sector del petróleo y el gas. Las instituciones financieras occidentales tienen una fuerte presencia en la región, lo que contradice los intentos de la Unión Europea de hacer sostenible la importación de productos latinoamericanos. No obstante, denunciar este problema resulta difícil, debido a la débil regulación y la falta de transparencia.