Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de Google han aumentado casi un 50% en los últimos cinco años, según el último informe ambiental de la compañía. La fuerte apuesta que la organización está haciendo para amplificar el uso de sus sistemas de inteligencia artificial (IA) pone en duda el cumplimiento de sus objetivos climáticos.
La empresa de Mountain View pretende alcanzar la neutralidad de carbono en todas sus operaciones en 2030. Reconoce que se trata de una meta ambiciosa que navega en el terreno de la incertidumbre debido a la demanda computacional, consumo energético y costos ambientales relacionados con el funcionamiento de sus productos y servicios. La cantidad de contaminantes generada por la corporación ha crecido año con año desde 2020.
“En 2023, nuestras emisiones totales de GEI fueron de 14.3 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono (tCO2e), lo que representa un aumento interanual de 13% y un incremento de 48% en comparación con 2019, nuestro año de referencia”, admite la firma. La cifra es equivalente a la cantidad de CO2 que pueden liberar 38 centrales eléctricas de gas en un año.
El reporte señala que la operación de los centros de datos representa la mayor fuente de contaminación de la empresa. En 2023, fue responsable de un incremento cercano a un millón de tCO2e. Google advierte que esta tendencia podría agravarse debido al uso generalizado de sus desarrollos basados en inteligencia artificial. “A medida que integramos más la IA en nuestros productos, reducir las emisiones puede resultar un desafío debido a las crecientes demandas de energía y capacidad computacional que exige esta tecnología”.
Las infraestructuras de procesamiento de datos consumen alrededor del 1.3% de la electricidad mundial, según cálculos de la Agencia Internacional de Energía. Alex de Vries, fundador de la consultora Digiconomist, proyecta que la huella energética de la IA crecerá de manera trascendental durante los próximos cuatro años. “El resultado de hacer estas herramientas más eficientes y accesibles puede ser que más gente las utilice”, afirmó. El investigador prevé que hasta 2027, el consumo mundial de electricidad relacionado con recursos como Gemini o ChatGPT aumentará cada año entre 85 y 134 teravatios por hora (TWh). El fenómeno tiene el potencial de prolongar el funcionamiento de plantas de energía a base de combustibles fósiles.
El impacto ambiental de la IA es incierto
Google estima que sus instalaciones de cómputo ocuparon hasta el 10% de la electricidad consumida por todos los centros de datos a nivel global. Esto se traduce en un incremento de 17% respecto al año anterior y es equiparable al 0.1% de la demanda energética mundial. “Esperamos que esta tendencia continúe en el futuro. El rápido avance de la IA ha hecho que predecir su impacto ambiental sea complejo. Nuestras proyecciones históricas probablemente no capturan completamente la trayectoria futura de esta tecnología”, acepta la big tech.
El equipo de Google ha implementado una serie de medidas para conseguir que sus modelos de IA, hardware y centros de datos sean más eficientes en términos de consumo de energía. Entre ellas destacan la adopción de nuevas técnicas de entrenamiento de algoritmos, la integración de chips de procesamiento avanzados y mecanismos avanzados de enfriamiento de servidores. La compañía sostiene que el año pasado compró más de 25 teravatios por hora de electricidad renovable. El 64% de la energía utilizada en sus servidores provino de fuentes amigables con el medio ambiente.
La Universidad de Massachusetts Amherst revela que el entrenamiento de un modelo IA genera las mismas emisiones que cinco autos durante todo su ciclo de vida. La Escuela Superior de Tecnología de la Universidad de Quebec determina que la demanda computacional actual representa el 4% de los gases de efecto invernadero producidos por la actividad humana. Esas estadísticas cobran relevancia a medida que las grandes empresas tecnológicas se apresuran a integrar modelos de IA más capaces, potentes y accesibles. Diversos organismos afirman que es urgente adoptar prácticas más respetuosas con el medio ambiente en el ámbito de la tecnología y la gestión de datos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ha dicho que “los macrodatos, la inteligencia artificial y la transformación digital pueden jugar un papel esencial a fin de garantizar la sostenibilidad ambiental y el desarrollo sostenible”. Sin embargo, el equipo de Google reconoce que esta tecnología tiene su propio impacto ambiental. “Comprendemos sus demandas actuales, pero sus consecuencias futuras siguen siendo inciertas. Nos mantenemos optimistas sobre el potencial de la IA para impulsar cambios positivos, pero también somos conscientes de su posible impacto ambiental y del esfuerzo colaborativo necesario para navegar en este escenario en plena evolución”.