Deambulaba por la carretera en el campo cerca de Martina Franca, en la provincia de Taranto, probablemente escapando de una granja, cuando fue atropellado por un auto que pasaba por allí. Guendalina, una gansa de aproximadamente un año, habría muerto desangrada de no ser porque un transeúnte la llevó a la clínica. Los veterinarios intentaron salvarle la extremidad y, al ver que era imposible, tuvieron que amputársela. Para la palmípeda, sin embargo, había una oportunidad de volver a caminar: la de imprimir en 3D la pata que le faltaba. El poder de la tecnología.
La historia de Guendolina
Los gansos son comunes en los campos del Sur, “donde no es raro que se utilicen para vigilar granjas”, explica la doctora Rossella Barnaba, veterinaria de la clínica Locovet CaZampa de Locorotondo, en Barese. Barnaba, como anestesista, asistió a su colega Davide De Guz, cirujano, que operó a Guendalina. ¿Qué hacía un ganso en la calle? “Son animales bastante agresivos y dominantes, sobre todo cuando están en grupos de cinco o seis. Por eso se tienen para vigilar propiedades; si perciben intrusos empiezan a hacer un ruido difícil de ignorar para sus dueños, pero que en algunos casos también es capaz de asustar a los huéspedes indeseados que pueda haber”.
La gansa atropellada, reconstruye el doctor Barnaba, probablemente escapó antes de ser atropellada por el vehículo. “Cuando llegó hace dos meses”, recuerda el veterinario, “le hicimos una radiografía que mostró fracturas en el ala y en una extremidad. La primera operación fue la colocación de un clavo centromedial justo en el ala. En cuanto a la extremidad, intentamos recuperarla, pero estaba demasiado desgarrada y decidimos amputarla”.
Gendalina permaneció en la clínica cerca de un mes para curar y desinfectar la herida: un período durante el cual se estabilizó clínicamente y se reanudó la alimentación. En ese momento se dieron las condiciones para probar la vía protésica.
Simetría de las extremidades
Para diseñarla, aprovecharon la simetría entre las extremidades. “Tomamos las medidas necesarias mediante una radiografía de la extremidad sana, antes de diseñar la prótesis y enviar el archivo a la impresora 3D, que nos permite fabricar la nueva pata en materiales termoestables y resistentes a los rayos UV, muy flexibles y suaves”, resume Barnaba. Se trata de TPU (poliuretano termoplástico) y ASA, (acrilonitrilo estireno acrilato). Son dos texturas diferentes, para casos de uso distintos. “No tienen la rigidez de un bastón”, especifica el veterinario, “la prótesis se adapta al miembro, amortigua su impacto con el suelo. Esta flexibilidad responde a razones biomecánicas y permite mantener la posición bípeda”.
La nueva extremidad se fijó al cuerpo de la gansa mediante un arnés. Ahora el animal se somete a fisioterapia para evitar la atrofia muscular. La prótesis es necesaria sobre todo en tierra firme; en el agua Guendalina se mueve bien incluso sin ella. Por supuesto, es necesario un período de adaptación: psicológicamente no es un paseo por el parque, pero la gansa puede esperar ahora reanudar una vida similar a la de antes. El próximo “corte” está previsto para septiembre, cuando las heridas hayan cicatrizado por completo. La clínica CaZampa, explica la Dra. Barnaba, no es ajena a este tipo de operaciones: “Esta es la primera en un ganso, pero en los últimos meses también habíamos reconstruido el caparazón de una tortuga”, recuerda. El animal había sido segado por un labrador.
Artículo publicado originalmente en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.