No se trata solo de que las temperaturas de la superficie del mar sean históricamente cálidas, sino de que el calor también se extiende a cientos de metros de profundidad bajo la superficie.
Los científicos utilizan el contenido de calor oceánico (OHC) para medir la profundidad del calor a través del océano. Los intensos vientos de un huracán agitan el océano y obligan a las aguas más frías del fondo a subir a la superficie, dejando tras de sí aguas más frías.
Los valores más altos de OHC limitan la cantidad de enfriamiento que deja tras de sí una tormenta, lo que permite al océano soportar más fácilmente tormentas de mayor intensidad más adelante.
Los valores de OHC en el Atlántico tropical y el Caribe superan con creces los valores normales a estas alturas del verano, y es poco probable que eso cambie mucho a medida que nos acercamos al punto álgido de la temporada.
Toda esa energía potencial es lo que preocupa a los meteorólogos de cara al resto de la temporada de huracanes. Tanto la NOAA como la Universidad Estatal de Colorado publicaron pronósticos estacionales agresivos que anunciaban hasta dos docenas de tormentas tropicales con nombre este año.
Los expertos sabían que el océano sería capaz de soportar tormentas temibles este año. La única sorpresa es que Beryl se haya formado tan pronto. Esta tormenta de principios de temporada podría servir de presagio para cualquier tormenta que se forme más adelante este año.
La temperatura del agua es solo una parte de la ecuación
Un ciclón tropical es una estructura excepcionalmente frágil que también requiere tormentas vigorosas y organizadas, cizalladura del viento baja, amplia humedad en la atmósfera, y pocos obstáculos en su camino con el fin de crecer en una bestia formidable.
Se esperan muchos de esos ingredientes a lo largo de esta temporada de huracanes, ya que los meteorólogos están atentos a la posibilidad de que La Niña se desarrolle a finales de este verano. Los patrones de La Niña pueden hacer que las condiciones sean más favorables para las tormentas atlánticas al disminuir la cizalladura del viento sobre la región.
No es solo el número de tormentas que podrían formarse este año lo que preocupa a los expertos, sino su naturaleza. Beryl acaba de demostrar que cualquier tormenta que eche raíces en un entorno favorable podría utilizar esas aguas excepcionalmente cálidas para arremolinarse en los libros de récords. Cualquiera de las muchas tormentas que se esperan esta temporada podría tener la oportunidad de convertirse en un huracán destructor que justifique una atención y preparación adicionales.
Las personas que viven a lo largo o cerca de la costa deben aprovechar la relativa tranquilidad del comienzo de la temporada de huracanes para prepararse para lo que venga más adelante este verano. Asegúrate de tener un kit de emergencia lleno de suministros para hacer frente a los cortes de servicios públicos de larga duración. Planifica qué hacer y adónde ir si se ordena la evacuación de tu zona antes de una tormenta.
Artículo publicado originalmente en WIRED. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.