A finales del mes de mayo, Jordi Cruyff concedió una entrevista al periodista especializado en el mercado de fichajes, Fabrizio Romano, en la que aseguraba que quería volver a entrenar: “Entrené durante cuatro o cinco años hasta que el Barça me llamó para formar parte de la dirección deportiva. Acepté el reto, que era muy especial para mí, pero siempre dije que en algún momento me gustaría volver a ser entrenador. Creo que ha llegado el momento de volver a los banquillos. Me siento con energía, con las pilas cargas y con ganas de armar un buen ‘staff’ para liderar un proyecto”, explicó.
Ofertas, desde entonces e incluso antes no le han faltado para cumplir su deseo, pero el ex director deportivo sigue deshojando la margarita porque, pese a lo interesante de alguna de las propuestas, no le han acabado de convencer al cien por cien. Tiene muy claro que, para iniciar un proyecto, debe hacérselo suyo sin fisuras desde el primer minuto, como siempre ha hecho cuando ha tenido la ocasión para ello.
Ocurrió, por ejemplo entre 2021 y 2023, cuando vivió varias experiencias como entrenador. Su andadura arrancó en el Maccabi Tel Aviv (2017-2018) y antes de recalar en los despachos del Camp Nou disfrutó del fútbol chino, tanto en el Chongqing Liangjiang Athletic (2018-2019) como el Shenzen FC (2020-2021). Algo más de un año después de abandonar los despachos del Barça, Jordi Cruyff está listo para volver a los banquillos.
Ofertas de varios continentes
Hasta la fecha, ha charlado ya con varios clubs y alguno de ellos, como el Adana Demirspor turco, le ha hecho propuesta formal. No ha sido el único conjunto otomano porque uno de los grandes como el Besiktas también ha mostrado su predisposición a firmarle para su banquillo. Jordi Cruyff no ha acabado del todo seducido por los proyectos, aunque, obviamente, ha valorado mucho el interés y así lo ha agradecido. También ha habido clubs en México y Estados Unidos que han preguntado, así que ofertas no le faltan.
Mientras sigue pensando dónde inciar su próxima aventura, Cruyff sigue disfrutando del fútbol y, por ejemplo, estuvo en la grada Deutsche Bank Park de Frankfurt, donde Portugal y Eslovenia se midieron en uno de los octavos de final. Sufrió con la clasificación de los lusos junto a su hijo Julen, cuyo padrino es, precisamente, Robert Martínez, seleccionador portugués y uno de los mejores amigos de Jordi Cruyff.