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Cómo logró una nube de mariposas cruzar el océano Atlántico sin detenerse

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Volaban graciosamente sobre una playa de la Guayana Francesa. Lo extraordinario es que este grupo de mariposas había recorrido más de 4,200 kilómetros para llegar hasta allí, cruzando el océano Atlántico sin detenerse. Así lo ha comunicado un equipo internacional de investigadores que, tras diez años de investigación, ha conseguido por fin descubrir el motivo de la enorme hazaña realizada por estos bellos insectos que no son típicos de Sudamérica. Los detalles de esta larga migración se han publicado en un estudio de la revista Nature Communications.

La migración de las mariposas

Todo empezó en octubre de 2013, cuando Gerard Talavera, entomólogo del Instituto Botánico de Barcelona, se topó con un espectáculo muy inusual mientras paseaba por una playa de la Guayana Francesa: una docena de mariposas revoloteaba con las alas hechas trizas. El experto no tardó en darse cuenta de que no eran mariposas corrientes, sino que pertenecían a la especie Vanessa cardui, hermosos ejemplares de color naranja, blanco y negro, que no viven en esos lugares de Sudamérica. Estos insectos, de hecho, migran regularmente de Europa al África subsahariana y durante sus viajes se detienen varias veces para descansar. Llegar a Sudamérica, por tanto, habría supuesto para estos insectos cruzar el océano Atlántico sin parar. ¿Pero cómo?

La hazaña excepcional

Para rastrear el viaje y el origen de esas misteriosas mariposas, el experto y su equipo de investigación realizaron análisis multidisciplinares durante más de diez años en busca de una respuesta. Aunque los insectos migratorios son numerosos, a los científicos les resulta muy difícil rastrearlos: no pueden aplicar dispositivos de rastreo como hacen con otros animales, porque suelen ser demasiado grandes y pesados para ser transportados por los pequeños y ligeros cuerpos de los insectos. En este caso, por tanto, los investigadores estudiaron la migración desde muchas perspectivas.

Los análisis

En primer lugar, el equipo examinó los datos meteorológicos relativos a las semanas anteriores a la llegada de las mariposas y vio que las condiciones del viento podrían haber soportado un viaje de África a Sudamérica. Los expertos también secuenciaron los genomas de las mariposas y descubrieron que mostraban una relación más estrecha con las poblaciones de África y Europa, descartando así la posibilidad de que las criaturas procedieran de América del Norte. También analizaron los isótopos en las alas de las mariposas, una señal química que actúa como “huella dactilar” de la región de origen. Por último, el equipo, utilizando técnicas moleculares innovadoras, secuenció el ADN de los granos de polen que llevaban las mariposas y pudo identificar las flores de las plantas de las que las criaturas habían tomado néctar. Los análisis posteriores revelaron que se trataba de dos especies de plantas que solo florecen al final de la estación lluviosa en el África tropical.

Con el viento a favor

En conjunto, por tanto, todas las investigaciones apuntaban en una dirección, a saber, que las mariposas volaron a través del océano Atlántico, una hazaña nunca antes registrada. “Solemos ver las mariposas como símbolos de la fragilidad de la belleza, pero la ciencia nos demuestra que pueden realizar hazañas increíbles. Aún queda mucho por descubrir sobre sus capacidades”, comentó Roger Vila, uno de los autores del estudio. Fue un viaje largo, de entre cinco y ocho días, que pudieron realizar gracias a unas condiciones de viento extremadamente favorables. Según explican los expertos, las mismas corrientes de aire, conocidas como capa de aire sahariana, son las responsables de transportar grandes cantidades de polvo y arena desde el desierto del Sáhara hasta Sudamérica, ayudando a fertilizar el Amazonas. La capa de aire sahariano, por tanto, también podría ser importante para los insectos. “Las mariposas solamente podrían haber completado este vuelo utilizando una estrategia que alternara entre el vuelo activo, que es costoso energéticamente, y el vuelo planeando sobre el viento”, concluye Eric Toro-Delgado, coautor del estudio. “Calculamos que, sin viento, las mariposas podrían haber volado un máximo de 780 kilómetros antes de consumir toda su energía”.

Artículo publicado originalmente en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.

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