Se podrá decir que el discurso de Luis de la Fuente es rústico, o, como sostienen algunos, que le falta un punto de glamour ante el micrófono. Pero lo que nadie puede discutir es que el de Haro ha construido una selección ‘de autor’ a su imagen y semejanza que maneja con inteligencia los partidos a partir de cuatro conceptos que despliegan con excelencia. En estos tiempos en los que los vendedores de crecepelo se disfrazan de analistas futbolísticos en radios y televisiones, De la Fuente destaca por la sencillez y el pragmatismo con el que gestiona el grupo y los partidos. “Lo primero que les pido es que sean buenas personas”, afirmó esta semana. Lo siguiente, “humildad para trabajar y desplegar su talento”. Ante Albania salió la unidad B y se sobró ante un rival más entusiasta que incisivo.
Albania jugaba el partido más importante de su historia. Les separaban 90 minutos de una proeza histórica, ganar a España y pasar de ronda. Lo había advertido Sylvinho en la previa: “Estar vivos después de jugar con Croacia e Italia es increíble. Iremos a por todas”. Si las palabras de su seleccionador no eran suficientemente inspiradoras, su afición le recordó cada segundo que con la camiseta de las ‘Águilas negras’ no se juegan partidos, se libran batallas. Y esta era la madre de todas ellas. Bengalas, pitada monumental al himno español, pierna dura en los balones divididos… Düsseldorf parecía Tirana.
Un pase catedralicio… y un Raya excelso
Sin embargo, España enfrió el fragor balcánico usando el balón como extintor. Dos cabezazos de Mikel Merino y Joselu prologaron a la jugada del partido. A los doce minutos Laporte superó dos líneas rivales filtrando un pase a Dani Olmo, quien recibió en franca ventaja, y el del Leipzig regaló una asistencia a la espalda del lateral donde apareció Ferran para marcar con la izquierda. ‘El Tiburón’ congeló el infierno albanés, pero el pase inicial de Laporte, uno de esos que las estadísticas no calibran, pagaba el billete de Aymeric desde Arabia a esta Eurocopa.
De la Fuente había hecho los deberes con su unidad B: paciencia, pases de seguridad y dinamismo sin balón para crear superioridades. Como le gusta decir al de Haro, “Equipo, de la E a la O”. Ferran y Oyarzabal intercambiaban las bandas constantemente y en lo defensivo el equipo desataba esa voraz presión tras pérdida que ha pasado de factor corrector a rasgo identitario de esta selección que ni siquiera sufre. Cero goles encajados y siete paradas en tres partidos, incluido el penalti. De las 35 faltas cometidas, 26 han sido en campo contrario, solo dos cerca de su área y una dentro de ella.
Una España funcionarial
La segunda parte fue un ejercicio funcionarial de los de De la Fuente. España rebajó las pulsaciones con la pelota en los pies y desperdició un par de ocasiones para sellar el triunfo con un segundo gol. Joselu confirmó que es mejor delantero rematando de primeras que tomando decisiones. Y ante el tedio la grada albanesa resucitó a los suyos. Broja tuvo el empate, pero lo evitó Raya, que ya había lucido en un disparo de Asllani en la primera mitad. Los balcánicos gastaban sus últimos cartuchos ante una España amodorrada. Tanto que De la Fuente vitaminó la unidad B con proteínas del A, como Lamine y Morata. Algo que no cambió el escenario de partido en la recta final, donde el portero del Arsenal volvió a evitar el empate con otra parada decisiva.
España se planta en octavos con un expediente impoluto. Tres victorias de tres, ningún gol en contra y, si hay que ponerle algún pero, con sólo cinco tantos a favor en tres partidos. Ahí debe poner el foco De la Fuente porque los molinos se convertirán en gigantes más temprano que tarde. España tiene un once exuberante con Lamine y Nico acelerando por fuera las prestaciones clásicas de su juego. Y tiene un libro de ruta que todos sus jugadores conocen a la perfección tras años, lustros e incluso décadas a las órdenes del de Haro. El “equipo, de De la Fuente ya está en octavos. De la E a la O.