¿Qué pasa si cruzas Armored Core con Red Dead Redemption? Está claro que Dinogod se planteó esta pregunta para su próximo juego de acción Bounty Star, un título en el que los jugadores cazarán objetivos en un entorno del Salvaje Oeste como pilotos de un mecha de combate mejorable y eficaz en combate. Aunque todavía estamos a la espera de saber exactamente cuándo llegará Bounty Star, tuve la oportunidad de probar el juego durante mi estancia en Los Ángeles para Summer Game Fest.
En primer lugar, la idea y la premisa del juego tienen mucho potencial. Me encanta la estética occidental, la naturaleza fresca y suave de los personajes que encarnan este tema, y el diseño del entorno y la acción elegante que se unen para crear un concepto entretenido sin esfuerzo. Bounty Star no falla en ninguno de estos puntos. La idea de fusionar esta idea atemporal con trajes mecánicos robustos y brutales es un ‘homerun’, y desde el punto de vista de la jugabilidad también se maneja bien.
Porque cuando te sueltan en el mundo y te envían a una misión para dar caza a un contrato, Bounty Star prospera. El combate no es fácil y sin tensión, es más parecido a un Armored Core suavizado, en el que tienes que preocuparte del daño que recibes y de cómo afrontas el combate. Sí, tienes la opción de cambiar entre movimientos cuerpo a cuerpo y armas a distancia, más al estilo vaquero, pero también lo hacen los robots enemigos, y los humanos a pie tampoco son baladí, ya que también son muy potentes y pueden causar problemas irreparables. No iré tan lejos como para decir que Bounty Star tiene un nivel de desafío de juego de rol de acción, pero tampoco es un paseo por el parque, como suelen ser muchos otros juegos de acción.
Cuando la cosa se calienta y se desata el caos, Bounty Star da lo mejor de sí, y digo esto porque durante mi periodo de práctica, los elementos más casuales del juego no acabaron de convencerme. Entre contrato y contrato, vuelves a una ubicación central en la que, como el personaje de Clem, tienes la tarea de mejorar y modernizar dicha instalación utilizando sistemas de construcción de bases y de cultivo. Con el paso de las horas, puede que estos sistemas se desarrollen por sí solos, pero la primera impresión es que resultan demasiado forzados y poco elaborados, y menos como una característica seria y central en torno a la que quieras que gire Bounty Star. En muchos sentidos, da la sensación de que a veces hay demasiadas ideas diferentes y contradictorias en juego, y que en su lugar Bounty Star podría beneficiarse de reducir un poco la grasa.
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También hay complejas y profundas suites de mejora y progresión que explorar y que te permiten diseñar y personalizar el mech según tu estilo de juego, ya sea eligiendo armamento nuevo o mejorando el existente, o mejorando los atributos básicos para que tu mech sea más letal, versátil y resistente en acción. Este sistema no parece revolucionario, pero es intuitivo y tiene una profundidad bienvenida.
En cuanto a la ambientación y el diseño, la dirección artística mezcla bien su tono industrioso con elementos occidentales, presentando un mundo que parece arraigado y vivido, pero también hostil y cruel. Dinogod ha dado en el clavo con la estética y eso es, como mínimo, digno de elogio. El personaje principal de Clem me encandila menos. Está claro que tiene profundidad y traumas que desentrañar, gran parte de los cuales se exploran durante momentos narrativos clave que ahondan en su pasado como ex soldado, pero al mismo tiempo resulta un poco demasiado sosa y apática, similar a la mayoría de los protagonistas vaqueros del cine. Existe la oportunidad de hacer que parezca más real y accesible, pero en lugar de eso parece una caricatura ruda del entorno.
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Un breve vistazo a Bounty Star me bastó para ver que el desarrollador Dinogod tiene algo con potencial aquí. Hay elementos que aún podrían perfeccionarse un poco, pero el núcleo del juego y el combate en particular tienen profundidad y son entretenidos, tanto que esperaré con impaciencia ver más del juego la próxima vez que se presente y sea jugable.