En la vida llega ese día en que el medidor de sarcasmo está a tope, los padres se vuelven demasiado molestos, las habilidades sociales parecen haber volado completamente por la ventana y las hormonas rugen… La pubertad es cualquier cosa menos una transición suave a la edad adulta, y para las emociones primarias de Riley: Alegría, Ira, Asco, Miedo y Tristeza, es algo más que un cambio; en la secuela Del Revés 2, Alegría prueba de su propia medicina cuando ella y el resto de las emociones son sustituidas por los nuevos invasores adolescentes: Ansiedad, Envidia, Vergüenza y Aburrimiento. Ahora depende de Alegría y compañía recuperar el control de Riley antes de que se convierta en un auténtico monstruo adolescente.
No es fácil igualar el subidón emocional de Del revés, que considero una de las mejores películas de toda la filmografía de Pixar. Fue una brillante sesión de terapia para todas las edades sobre no enterrar tus emociones y afrontar los cambios difíciles en tu vida, algo difícil de superar teniendo en cuenta lo desgarrador que resultó ser ese filme. En Del Revés 2, sin embargo, demostró ser un cariñoso retorno a la magia de antaño de Pixar, contando con confianza una historia sobre la época más incierta de nuestras vidas. El mundo emocional de Riley es deliciosamente confuso, sin que la película llegue a ser confusa en sí misma.
Mientras que la primera película trataba sobre crecer, la nueva trata no solo de encontrar tu identidad, sino también de darle forma. En otras palabras, la paleta emocional de Riley se vuelve más compleja con los muchos giros y vueltas de la adolescencia, pero no por ello menos accesible o relacionable. El guion vuelve a ser tan pulido e inteligente que consigue guiar al espectador por los entresijos de la psicología humana sin perder nunca de vista el hilo emocional.
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En cuanto a la estructura, la segunda película es muy similar a su predecesora, en la que una vez más se nos saca de la recién renovada oficina cerebral de Riley para deambular por los enmarañados asuntos emocionales de las adolescentes. Esta vez, sin embargo, se trata más del fracturado sentido de sí misma de Riley y de la dificultad de aferrarse a sus creencias más íntimas, lo que forma una columna vertebral temáticamente fuerte entre todas las bromas rápidas. A primera vista, puede que no pienses mucho en los problemas adolescentes de Riley en el campamento de hockey, pero una vez más los realizadores consiguen que su turbulenta psique adolescente sea dinámica y muy reconocible. Una vez más, es difícil no emocionarse con el pequeño (y gran) viaje vital de Riley, especialmente hacia el lacrimógeno final.
Hay que admitir que la predecesora está un poco por encima gracias a su fuerte enfoque en los personajes, ya que rápidamente puede parecer demasiado abarrotada de caras nuevas en el panel emocional de la mente de Riley. Aquí, es sobre todo Ansiedad quien causa la mayor impresión como principal antagonista de la película, mientras que personajes como Envidia y Aburrimiento acaban un poco en la sombra. También echo de menos la memorable composición musical de Michael Giacchino, que contribuyó a hacer del mundo de Del revés una montaña rusa emocional. Algunos adultos del público del cine podrían suspirar con nostalgia ante algunos de los molestos personajes infantiles que nuestros héroes encuentran en el llamado “Estado de los Secretos” de Riley.
En conjunto, Del Revés 2 es una película hábil, precisa, perspicaz, conmovedora y divertida sobre el miedo a perder el control y aceptar todos tus sentimientos por lo que realmente son. Una película familiar bien equilibrada, con un enérgico sentido del humor y un guion ajustado y reflexivo. Pixar, olvídate ya de Toy Story: la verdadera alegría narrativa está en la cabeza de Riley.
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