La “guerra” abierta entre las monjas cismáticas de Belorado y el Arzobispado de Burgos va camino de recrudecerse después de la negativa de las hermanas a entregar una copia de las llaves del convento. Allí llevan atrincheradas desde hace un mes, cuando anunciaron que dejaban la Iglesia Católica y se situaban bajo el égida de Pablo de Rojas Sánchez-Franco, un falso obispo excomulgado que lidera la Pía Unión de San Pablo Apóstol, considerada “una secta” por la Iglesia.
Las monjas debían haber entregado ayer las llaves del convento, que está a nombre de la entidad jurídica que constituye la comunidad de religiosas clarisas y no de la Iglesia católica. Es por eso que las religiosas advierten en sus redes sociales, y a través de su portavoz, el ‘cura’ José Ceacero, un ex barman de Bilbao de la confianza de De Rojas, que es una “propiedad privada” y nadie puede atravesar su ajardinado perímetro.
De hecho, ya han requerido los servicios de la Guardia Civil en dos ocasiones. La última, ayer, cuando detectaron que periodistas se habían colado en los jardines del convento para tomar imágenes y llamaron a los agentes. La primera fue la semana pasada, cuando emisarios de Mario Iceta, el arzobispo de Burgos al que el Vaticano ha dado plenos poderes para que resuelva el entuerto, llegaron al convento a entregar varios requerimientos.
Tribunal Eclesiástico
Finalmente, solo pudo entrar la notaria, que entregó a las monjas, conocidas antes del cisma por sus dotes culinarias, una citación para que ratifiquen su decisión de salirse de la Iglesia Católica ante un Tribunal Eclasiástico. De confrmar su decisión, serán ex comulgadas.
Ellas la semana pasada ya avanzaron que no irán en su cuenta de Instagram, donde explicaban que su Manifiesto Católico “debería haber tenido como consecuencia automática nuestra exclusión del ámbito de aplicación del Derecho Canónico”. Es decir, que se dan por expulsadas, algo que puso de manifiesto también Ceacero el lunes en declaraciones a la prensa a las puertas del convento.
“Ya no reconocen la autoridad del arzobispo”, dijo tajante Ceacero, que lleva atrincherado con las monjas desde el inicio del embrollo eclasiástico junto con Pablo de Rojas.
Fuentes del Arzobispado de Burgos explican a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, del mismo grupo editorial que este diario, que no van a tirar aun así la toalla del diálogo y se va a “quemar hasta el último de los cartuchos tratando de tender puentes y crear oportunidades de diálogo, que es en lo que hemos estado enfocados hasta ahora”, expresa un portavoz, que matiza que “el desalojo” sería “la última opción”.
“Ahora mismo no está sobre la mesa, pero a nadie se le escapa que si esto termina como no nos gustaría que terminase, como última opción estaría el desalojo. Pero es una cuestión que aún no nos planteamos ni siquiera”, afirma el portavoz.
Origen del conflicto
Hace un mes, las 16 clarisas anunciaban su marcha de la Iglesia Católica denunciando en un manifiesto de renuncia que estaban siendo “perseguidas” después de que El Vaticano “bloqueara” la venta del convento que tienen en propiedad y que está vacío en Derio, en Vizcaya, para poder así hacer frente a la compra del monasterio de Orduña, perteneciente a la Diócesis de Vitoria y con la que tenían un acuerdo de compraventa.
Desde la Conferencia Episcopal siguen el conflicto con atención, pero con confianza plena en Iceta, que fue curiosamente quien excomulgó a Pablo de Rojas en 2019, al que dentro del Arzobispado se acusa de estar detrás de todos los movimientos de las clarisas de Belorado.
Un portavoz de la Conferencia reitera a este periódico su “apoyo” a Iceta, “que es quien tiene la competencia sobre toda esta cuestión”, ya que el Vaticano le confirió plenos poderes administrativos, patrimoniales y religiosos sobre la comunidad.
A nadie se le escapa, sin embargo, que el asunto no hace bien a la imagen de la Iglesia Católica, ocupando horas y horas de programas de televisión, que han resucitado al padre Apeles, el popular sacerdote catalán muy famoso hace años por sus apariciones televisivas y que lo tiene claro: “[De Rojas y Ceacer] son un par de pícaros. Quieren arrastrar a las hermanas”.