Escondido y sin hacer ruido entre Ana Peleteiro, Adri Ben, Paul McGrath o los debutantes como españoles Jordan Díaz y Yulenmis Aguilar, el hispanocubano Orlando Ortega entró en la repesca en la lista para el Europeo de Atletismo que he empezado este viernes en Roma.
Hace ocho años, el de Artemisa se convirtió en uno de los grandes héroes del deporte español al colgarse la medalla de plata en 110 metros vallas en los Juegos Olímpicos de Río 2016, un logró que tan solo superó la gran Ruth Beitia con el oro en salto de altura.
Ortega fue sexto en los Juegos de Londres 2012 como cubano y tras su fiasco en el Mundial de Moscú al año siguiente decidió cambiar Cuba por España. Estuvo tres años sin competir y reapareció a lo grande en la cita brasileña.
Después fue bronce en el Europeo de Berlin 2018 y en el Mundial de Doha 2019 al ser recalificado en la final después de caerse por culpa del jamaicano Omar McLeod, un atleta que piensa que corre solo e invade las calles de sus rivales con bula de World Athletics, aunque esta vez sí fue descalificado. Ganó, como no, el estadounidense Grant Holloway.
Lo siguiente es un auténtico calvario de lesiones con idas y venidas durante más de tres años. Mientras el resto de atletas se ponía a punto, Ortega ha vivido en el CAR de Sant Cugat con maratonianas sesiones de recuperación a las órdenes de Miquel Àngel Cos, quien también está tratando entre otros a la ‘combinera’ catalana María Vicente y a la progidiosa triplista venezolana Yulimar Rojas.
Solicitado por atletas de todo el planeta, el fisio de la RFEA y del CAR es una eminencia que obra ‘milagros’ desde hace décadas, “siempre con el trabajo de los atletas, porque ellos tienen la clave de la recuperación”, como siempre dice. Ambos han peleado para conseguir el regreso del portento de las vallas altas a la elite.
Por eso lo sucedido este viernes en Roma tiene tanto mérito, por eso un atleta que ha disfrutado del caviar del atletismo se ha alegrado tanto al conocer su clasificación para las semifinales de 110 metros vallas en el Europeo de Roma en su vuelta a la competición tras dos años sin aparecer y casi cinco sin grandes citas. Fue séptimo de ocho participantes en la primera serie con 13.79, a casi un segundo de los 12.94 que tiene como marca personal.
Por eso lloró como un niño cuando Kevin Sánchez le comunicó que se había clasificado para las semifinales. Se emocionó, recordó los meses de trabajo en solitarios, los sinsabores de las recaídas, las decepciones y los deseos de acabar con la pesadilla de un deporte tan bello como cruel cuando el físico no responde.
Pasaban 14 y él lo hizo como duodécimo clasificado mientras caía Sánchez (18º con 13.95). Lo de Orlando Ortega es el premio al trabajo y a la humildad de un superatleta que se resiste a que las lesiones lo obliguen a despedirse del atletismo. Las semifinales deben ser para disfrutar, para seguir mejorando y para que se sienta muy orgulloso.