Aunque a punto de salirse del guion y con matices exculpatorios, Marya Tereza H. A., la joven de 22 años acusada de degollar a su madre en l’Alcúdia (Valencia) de Crespins durante el confinamiento por la covid-19 y de convivir casi cinco meses con su cadáver, hizo ayer lo que se esperaba de ella: confesar ante el jurado que fue ella quien le dio el corte de gracia que le causó la muerte. También admitió que, ya con su madre muerta en el pasillo de casa, fue ella quien “marcó el PIN” en el cajero automático la primera vez que la acusada y su entonces novio -ya condenado en la jurisdicción de Menores a siete años de internamiento por ese crimen– sacaron dinero de la cuenta de su víctima.
Con esa confesión, y la renuncia a la mayoría de los testigos previstos para el juicio que comenzó este lunes en la Ciudad de la Justicia de València, queda patente que las acusaciones, la pública representada por la fiscal Elena Navarro y la particular, que ejerce el abogado Rafael Borja Boscá en nombre del hijo de la víctima (y hermano mayor de Tereza), han llegado a un acuerdo de conformidad con las letradas de la defensa, las penalistas Isabel Carricondo y Laura Muñoz.
A cambio de admitir los hechos, esto es, de asumir su implicación en el delito de asesinato –hubo alevosía y ensañamiento, además de la agravante de parentesco, ya que era su madre– y en el de robo con violencia en casa habitada –por los 6.249,74 euros que le esquilmaron de la cuenta en los dos meses siguientes al crimen–, Tereza, o Teri, como la llaman los allegados, obtendría una considerable rebaja de la pena que inicialmente solicitaban la fiscal y su hermano: 30 años de cárcel, 25 por el asesinato y 5 por el robo.
Por una deuda de 20 euros en marihuana
El crimen, como ha venido publicando en exclusiva Levante-EMV, del mismo grupo editorial, fue cometido a última hora de la mañana del 1 de abril de 2020, en el piso en el que residían madre e hija “de toda la vida” en l’Alcúdia de Crespins.
Tereza, que en un momento determinado del juicio se quebró y rompió a llorar, rememoró que su madre y ella «discutían mucho», sobre todo desde que inició una relación con Koylo, su entonces novio, en octubre de 2018. “Cuando empecé a salir con él, al principio todo era bonito. Luego él empezó a maltratarme. A mi madre le parecía mal, porque ella veía los insultos, las amenazas, que se aprovechaba de mí. Le parecía mal que yo aguantase esa situación. Y discutíamos por eso. Yo entonces no me daba cuenta, no lo veía”.
A preguntas de la fiscal, aseguró que consumían «cocaína, marihuana y hachís» (hasta ahora solo había mencionado la marihuana) y que ya «antes de la pandemia, él se endeudó». Ayer no lo dijo, pero en sus anteriores declaraciones –una ante el Equipo de Policía Judicial de la Guardia Civil de Canals (hoy, de Xàtiva) y dos ante la jueza de Xàtiva– mencionó que lo que debía Koylo a su camello eran 20 euros, y que le reclamó 10 a ella. También que esa fue la razón por la que decidieron matar a su madre, ya que esta se negaba a darle más dinero a sabiendas de que lo gastaría en drogas.
Que lo acordaron los dos lo prueban los mensajes de Whatsapp e Instagram que se cruzaron ambos y que se escucharán este martes en la sala, durante la segunda y última sesión, previsiblemente, del juicio.
“El día que vino a matarla, yo sabía a lo que venía”
Y llegó el día. “No recuerdo la fecha, pero era entre semana [se sabe que fue el 1 de abril, antes de las 15.48 horas porque esa fue la primera extracción en el cajero usando la tarjeta de la víctima].”Él me dijo que era o él o mi madre, y yo lo elegí a él. El día que vino a matarla, yo sabía a lo que venía. Llegó con tres barras de pan y un cuchillo. Entró, me dio un beso, fue a por la botella de amoniaco a la cocina y fue adonde dormía mi madre, en el sofá. Yo me encerré en el baño con mi perro. Intenté marcar el 112 pero no pude. Yo escuchaba cómo mi madre luchaba, noté el olor a amoniaco…”.
Luego, afirma que escuchó “un golpe fuerte y luego otro seco”. Sabía que Koylo acababa de golpear a su madre con una pesa en la cabeza “porque cuando salí, la vi ahí, en el pasillo, con toda la cabeza ensangrentada. Yo quería salvar a mi madre…”.
El discurso cada vez más exculpatorio de Tereza llevó a la fiscal a parar el interrogatorio en este punto. Solicitó al magistrado que se le facilitara al jurado la copia de la declaración ante la Guardia Civil, donde aportó más detalles y asumió bastante más culpa. Tras un pequeño rifirrafe con el magistrado, la fiscal optó por continuar.
“Salí y vi a mi madre ensangrentada, tirada en mitad del pasillo, entendí que yo también debía hacer algo. Él me dio el cuchillo. Yo estaba indecisa, dando vueltas. Y él me decía, ‘hazlo, hazlo, hazlo’. Yo daba vueltas por la cocina, pensándomelo. A la tercera, le corté la parte del cuello. Pero no con fuerza. No sé si mi madre estaba viva en ese momento. Yo creo que estaba viva. Estaba como agonizando. Exactamente, no sé cuántos cortes le hice…”, remachó, con un hilo de voz.
“Estoy muy arrepentida”
En su día, recordaba que su madre, en el último instante, le habló: “Tengo frío“. Y que ella le respondió “cómo hemos llegado a esto” y un último “te quiero mucho” antes de degollarla. Ayer no recordaba nada de esto. Solo lo que pasó luego.
“Cuando lo hice [matarla], él me abrazó fuerte y me dijo ‘ya está’. Me cogió el cuchillo y lo dejó en el fregadero. Y luego dejamos el cuerpo de mi madre en el pasillo, hasta que llegó la Guardia Civil, en agosto“.
Tereza y Koylo fueron detenidos el 20 de agosto, gracias a la denuncia de un menor a cuya novia utilizaron para que les ayudara a limpiar el piso y que acudió horrorizado al cuartel para contar lo que la adolescente le acababa de confesar. “Estoy muy arrepentida de lo que sucedió, mucho. Y pido perdón”. Lo dijo a preguntas de Carricondo. Hoy, declararán los guardias civiles y los forenses. La última palabra sigue estando en manos del jurado.
“Mi madre tenía muchos defectos, pero no merecía esto”
A continuación de Tereza compareció ante el tribunal popular su hermano mayor, obligado a declarar al haberse constituido en acusación particular. Según él, «el trato entre mi madre y mi hermana era caótico». Las dos son muy inestables y manipulan muy bien. Unas veces se trataban bien y otras, mal; al 50 por ciento. Se me quejaban las dos, como buscando un mediador. Las dos tienen la misma culpa. Tenían una relación tóxica. Había portazos, gritos, chillidos… Mi madre pesaba 40 kilos. Mi hermana hacía con ella lo que quería. Cuando mi madre se hartaba, le daba la vuelta a la escoba y le ponía bien el culo. Pero eso es normal, ¿no? Lo que pasa en todas las casas… Yo había veces que iba allí y me encontraba cristales por el suelo, cosas rotas… La verdad es que mi madre no podía con ella».
“Mi madre tenía muchos defectos, pero esto, morir de esta manera, no se lo merece nadie. Puedes ser el peor padre del mundo, pero esto… Es deleznable», sentenció, tras contar al jurado cómo su hermana le mintió durante semanas, diciéndole que su madre no estaba o no podía ponerse al teléfono para ocultarle la muerte. Hasta que le avisaron porque ante la finca había “un montón de coches de Policía, de Guardia Civil y de ambulancias. Y ya se destapó todo”, concluye. “¿Reclama usted por estos hechos?”, le preguntaron. “Pues claro”.
Con él, el magistrado presidente de la sala de jurado dio por finalizada la sesión, que se reanudará en la mañana de este martes.