El PSOE ha retomado el manual electoral de las pasadas generales para aplicarlo con dos vueltas más de intensidad en la campaña de las europeas. La amenaza de la ultraderecha con la que el PP estaría dispuesto a pactar, ahora “internacional ultraderechista”, es la base de la estrategia de los socialistas para situarse como único muro de contención. Como entonces, desde el ecuador de la campaña se trata de agitar la épica de “remontada”, aun con unas encuestas ahora más igualadas, y se va al choque con el PP buscando desnudar sus “mentiras” y escudriñar sus contradicciones. O lo que es lo mismo, desmovilizar a los potenciales votantes de los populares y movilizar al propio. De ahí que los socialistas no perdieran la oportunidad de salir en tromba contra Alberto Núñez Feijóo este lunes tras no descartar una moción de censura con la ayuda de Puigdemont.
Un regalo en la última semana de campaña que en Ferraz atribuyen al nerviosismo del líder del PP por lo ajustado de los sondeos. Si en los últimos días venían insistiendo en lo que consideran “bandazos” de los populares, este lunes se lanzaban a denunciar su “hipocresía y cinismo” por convocar manifestaciones en contra de la amnistía y al mismo tiempo abrir la puerta a un entendimiento para desalojar a Pedro Sánchez de La Moncloa. Como en las generales de hace ahora menos de un año, se refieren al “engaño” por supuestamente jugar a dos bandas y se repite la máxima de que el único objetivo de Feijóo sería hacer vicepresidente a Santiago Abascal. Esta fue la consigna que acompañó la reacción de los dirigentes socialistas.
En la sala de máquinas del PSOE no esconden su optimismo por los “errores” que estaría cometiendo su principal contrincante. De hecho, reconocen que están adaptando los principales mensajes de sus mítines a las declaraciones de Feijóo que refuerzan sus ideas fuerza. Desde diferenciar entre “ultraderecha buena y mala”, al negarse a homologar al partido de la primera ministra italiana, Geogia Meloni, con el resto de las formaciones de extrema derecha, hasta cuestionar los fondos europeos, por lo que han sacado a colación el interés de la derecha en la vuelta de los “hombres de negro”. Esto es, la política de recortes.
Los socialistas no dejarán pasar de largo la oportunidad de deslegitimar la estrategia de oposición del PP contra la amnistía. Sobre todo en la última semana de campaña, crucial para decantar el voto de los indecisos -uno de cada cinco electores que tienen pensado acudir a votar, según el CIS publicado este lunes- y afianzar una tendencia positiva para los socialistas según todas las encuestas. Se busca así cortar de raíz el trasvase entre bloques de los votantes descontentos por los pactos de investidura y aunar el voto útil del electorado progresista.
El jefe del Ejecutivo ironizaba este lunes en un mitin desde Gijón sobre que “hay una cosa que me gusta mucho de las campañas electorales, que Feijóo tiene arranques de sinceridad”. Tras ello remarcaba que su propuesta “es una moción de censura con Abascal y Puigdemont” para concluir que “están absolutamente desesperados”.
El acento se sitúa también en dibujar a un PP sin más proyecto político que gobernar de la mano de Vox, mimetizándose con sus postulados. En las generales este mensaje caló al coincidir la campaña con los pactos de gobierno entre los populares y el partido de Santiago Abascal a nivel regional y en varias de las principales capitales. Ahora se ponen de ejemplo la materialización de sus tesis “negacionistas” en asuntos como la memoria democrática, para subrayar lo que pasaría de una amenaza a una realidad, o que Feijóo asuma un discurso más escorado en asuntos como la inmigración.
“Volver a hacerlo”
Pedro Sánchez ya remitió directamente al imaginario de las generales en el mitin central de campaña este fin de semana desde Valladolid con la consigna de “vamos a volver a hacerlo”. “Lo que no quisimos para España no lo vamos a querer para Europa”, subrayó. En su discurso se introdujo también la novedad de apelar al orgullo “zurdo”, en referencia a la apelación despectiva sobre los progresistas que suele el presidente argentino, Javier Milei. Una forma de darle la vuelta a los insultos para aplicarles un efecto bumerán. Algo que en la campaña del 23-J los socialistas ya hicieron con el apelativo de “Perro” Sánchez.
Las reminiscencias de esta campaña con la de las generales van así de lo estratégico y discursivo hasta lo emotivo, con las propuestas programáticas en un plano más secundario. El presidente del Gobierno también ha optado por hacer una campaña de menos a más, programando en un principio cinco mítines para decidir sobre la marcha redoblar su presencia en esta recta final añadiendo tres actos electorales más. Uno de ellos, este jueves en Barcelona, para reivindicar la victoria del PSC en las catalanas junto a Salvador Illa, antes de cerrar campaña en Madrid.
Empate técnico
Los socialistas arrancaron la campaña con el objetivo de darle la vuelta al plebiscito propuesto por el PP en estos comicios, como una suerte de segunda vuelta de las generales, y en la recta final han elevado sus expectativas. Hasta el punto de que alientan la posibilidad de que si se imponen en votos el plebiscito será también para Feijóo porque su liderazgo entraría en cuestión. A día de hoy, en Ferraz aseguran que la carrera está muy igualada entre los dos grandes partidos, con la expectativa de quedar por delante si mantienen la tendencia e impulsan la movilización del electorado progresista.
Aunque el CIS los sitúa entre el 31,6% y el 33,2% de los votos frente al 28,3% y el 30,5% de los populares, nadie en Ferraz hace bandera de la encuesta del organismo público dirigido por José Félix Tezanos. Sí se habla de empate técnico, en línea con la Encuesta Política de España que el Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública (GESOP) ha elaborado para Prensa Ibérica, y sobre todo de un empujón final en esta semana de campaña para conseguir acariciar la primera plaza. Entre la “remontada” y los “bandazos” del PP, los socialistas alientan con más ímpetu sus posibilidades para voltear el plebiscito del 9J.