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Sobreactuación cartista que causa gracia

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La insólita presencia del presidente Santiago Peña en la Junta de Gobierno del Partido Colorado el pasado lunes “para dar un informe de gestión” (a menos de 10 meses de haber asumido) y recibir después un respaldo “por unanimidad” de sus correligionarios, solamente puede explicarse como un caso de sobreactuación del cartismo.

Ni al dictador Alfredo Stroessner (1954-1989) ni a ninguno de los presidentes de la República colorados del periodo democrático inaugurado en 1993 se les ocurrió hacer semejante puesta en escena que algunos dirigentes republicanos, incluyendo algunos no cartistas, quieren pintar como “normal”.

Aparentemente, esta “brillante idea” de mostrar lo mucho que se quieren los colorados y en particular las autoridades del partido y las autoridades del Poder Ejecutivo, fue consecuencia de los rumores que circularon semanas previas sobre las presuntas desavenencias y hasta enojos de seccionaleros y dirigentes de base de la ANR con los ministros “peñistas” (Lea Jiménez, Carlos Fernández Valdovinos, Claudia Centurión, María Teresa Barán, por citar algunos). Se dijo que algunos dirigentes acudieron al presidente del partido, Horacio Cartes, para que medie en la cuestión.

No mucha gente se tomó en serio esta supuesta “grieta”, ya que, de existir, difícilmente sería de mucha gravedad porque a ninguno de los actores políticos de la cúpula colorada y gubernamental les convenía mostrar siquiera signos de división a menos de 10 meses de estar en funciones la actual administración.

Para decirlo simplificadamente: ni Santiago Peña ni Horacio Cartes pueden prescindir uno del otro tan rápidamente. Hay intereses y complicidades políticas, económicas y de otro tipo que los tienen bien ataditos, por ahora.

No obstante, parece que algunos “estrategas” de la vieja guardia colorada, como el inefable exsenador Calé Galaverna, consideraron que había que salir con los tapones de punta y cortar de raíz cualquier brisa del rumor de discordia. Y no se le ocurrió mejor cosa que afirmar que las relaciones entre Cartes y Peña eran tan profundas “que solamente les falta hacer el amor”.

A renglón seguido, aparece este episodio del informe de Santiago Peña ante la Junta de Gobierno, coronada con una declaración oficial del Partido Colorado de respaldo total a Peña que, siguiendo la lógica de Calé, se podría tomar como una declaración de amor eterno y desenfrenado.

La alternativa para no pensar que solo fue un vyrorei que se les ocurrió es que realmente esté ocurriendo algo muy grave entre dirigentes del partido y del gobierno, que la mayoría desconoce.

O que los enojos de dirigentes sean realmente serios con los ministros técnicos porque son soberbios y no atienden los pedidos.

O que Cartes esté decepcionado con Peña que no consiguió aún que el Gobierno norteamericano anule su designación de “significativamente corrupto” y que le permitan salir de Paraguay aunque sea a visitar amigos en Ponta Porá.

O tal vez Peña ya sabe lo que muchos no sabemos sobre las investigaciones de la Justicia de EE.UU. y que el horno no esté para bollos.

Muchas cosas pueden pensarse en vez de creer que Santi y su equipo piensan que la ciudadanía cree, tras escuchar su soporífero discurso de 50 minutos, que la mayoría “ya está mejor” con su gobierno.

mcaceres@abc.com.py

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