Conectar el cerebro humano a un entorno informático es un concepto heredado de la ciencia ficción que se encuentra cada vez más próximo a la realidad. Las dos grandes potencias tecnológicas de la actualidad –China y Estados Unidos– pugnan por ser la primera en impulsar estos neuroimplantes.
De un lado está Elon Musk, quien un mes atrás mostró como opera Telepathy, el motor de Neuralink que detecta la actividad que genera el pensamiento neuronal de su receptor, Noland Arbaugh. Además, brindó un anticipo de lo que vendrá: Blindsight, el chip para restaurar la visión.
“Uno de los objetivos de Telepathy es compensar las discapacidades. Es decir, quien padece una enfermedad paralizante, tiene la posibilidad de conversar a través de una computadora y manejar una prótesis para realizar diferentes acciones”, explica el Dr. Alejandro Andersson, médico neurólogo, director del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA).
Se trata de un dispositivo inalámbrico del que emergen 1.024 electrodos distribuidos en 64 filamentos que se trenzan en el cerebro. Estas hebras envían estímulos eléctricos a las neuronas para activar funciones motrices adormecidas.
“El impulso nervioso, que es la forma que tiene el cerebro de enviar sus señales, no es compatible con cables. Estas diferencias también están en nuestro software interno. Por eso, se requiere algo en el medio, en este caso el chip de Neuralink, que traduce los dos idiomas y los vuelve compatibles”, agrega Andersson.
Estos hilos “son tan delgados que la mano humana no consigue implantarlos”, explicaron desde la empresa. Por ese motivo hay un robot quirúrgico que los coloca “exactamente donde deben estar”.
En su primera etapa, Telepathy, está destinado al tratamiento de enfermedades neurológicas. Aunque el objetivo final será potenciar las capacidades humanas.
“Aunque no se detalla en las publicaciones de Neuralink, se deslizó la posibilidad de que las personas con este chip podrán comunicar entre sí, tener la capacidad de hablar otros idiomas o alcanzar habilidades matemáticas. En la teoría, si uno puede conectar su cerebro con un chip como si fuera una pieza orgánica, también se podría guardar información”, considera Andersson.
La llegada del superhombre
Desde la propia compañía, sostienen que esperan restaurar otras facultades como la visión, la función motora, el habla y en un futuro próximo “ampliar la forma en que experimentamos el mundo”.
En esta declaración se abre un abismo entre lo que la empresa está haciendo actualmente y algunas nociones más especulativas sobre lo que podría llegar a experimentarse.
Una posibilidad latente sería acortar la cadena biológica que separa al hombre de la IA. La intención es que estos chips tengan acceso ilimitado a los pensamientos y de esta forma, aprender más sobre las abstracciones de cada individuo.
La impresión es que, en un futuro próximo, los métodos para captar la actividad eléctrica del cerebro serán menos invasivos y la tecnología incrementará el número de funciones, sin necesidad de someterse a una intervención.
En este salto evolutivo, la apuesta es lograr almacenar todas las experiencias sensoriales de una persona, realizar un monitoreo permanente de los signos vitales (temperatura corporal, pulso, frecuencia respiratoria, presión arterial) o incluso, enviar y recibir mensajes telepáticos.
Es probable que también incluya avances en el uso de la espectroscopia de infrarrojo cercano, que puede detectar el estado de salud de una persona con sólo registrar los cambios en la composición molecular de la sangre.
Sin embargo, estas innovaciones, todavía tiene enormes discrepancias éticas ya que las reflexiones más íntimas de una persona serán descodificadas y reproducidas como capítulos de una serie, que se puede avanzar o retroceder.
La carrera por la innovación
En paralelo, varias firmas chinas, gracias a un impulso estatal sin precedentes, están diseñando varios modelos de estos chips. Algunos, incluso, superiores al de Neuralink.
Un día después de que Elon Musk anunciara su exitoso procedimiento, un equipo de ingenieros de la Universidad Tsinghua, de Pekín, elaboró un implante cerebral menos invasivo, para devolverle la movilidad a un cuadripléjico.
El conector chino, denominado Neural Electronic Opportunity (NEO), le permitió a un hombre paralizado desde hace 14 años, tras sufrir una lesión en la médula espinal, controlar una prótesis de brazo, con su mente.
El NEO no se aplica sobre el tejido nervioso, sino que los electrodos se asientan en el espacio epidural entre el cerebro y el cráneo, captando las señales nerviosas y enviándolas a un receptor externo conectado al cuero cabelludo.
El suministro energético lo obtiene a través de un protocolo de comunicación inalámbrica de campo cercano. Además, el procesador implantado en el cráneo no necesita batería y puede utilizarse durante toda la vida.
NEO, como rubrica Zhao Guoguang, profesor del Hospital Xuanwu, procesa algoritmos y analiza señales para traducir los pensamientos humanos en instrucciones reconocibles por la máquina, lo que permite controlar cualquier dispositivo electrónico externo.
Las empresas emergentes
Según la Academia China de Tecnología, en el país, hay cerca de 200 empresas de interfaces cerebro-máquina, de las cuales, el 25% trabaja con tecnología implantable y el 75% apuestan por una solución externa.
La compañía asiática NeuraMatrix acaba de anunciar una ampliación de capital multimillonaria que le permitirá sacar al mercado su neuroimplante en tiempo récord.
Este prototipo, según el fabricante, es superior al de Neuralink, ya que tiene la capacidad de aislar el ruido y logra un consumo menor de energía, lo que le permite reducir el tamaño al usar una batería diminuta.
A su vez, una subsidiaria del grupo Alibaba ofreció detalles sobre un chip externo llamado Neurabuy que, en plan transhumanista, pretende aplicar esta tecnología para el comercio electrónico.
La interacción puede activarse cuando el sensor interpreta las ondas cerebrales y las transmite a servidores donde se calibra la información gráfica de los productos antes de enviarla de vuelta al cerebro. Así, los clientes podrán confirmar sus listas de la compra a través de un método sensorial.
Mientras que Mark Zuckerberg anunció que está trabajando en un dispositivo similar junto con la Universidad de California. A diferencia de los anteriores, tendrá formato de pulsera.
Desde la muñeca, podría detectar las señales del cerebro que se producen cuando el individuo intenta hablar y con ellas controlar tecnologías como la realidad virtual o aumentada o, incluso, nuevos aparatos que ayuden a comunicarse a gente que ha perdido el habla.
Otra empresa que saca productos al mercado en este espacio es NextMind, adquirida recientemente por Snapchat. Ha desarrollado un chip que traduce las señales del córtex visual en órdenes digitales.
Además de crear herramientas que permitan controlar computadoras con señales cerebrales, esperan la llegada de un dispositivo que pueda traducir la imaginación visual en señales digitales; en otras palabras, recrear cualquier imagen mental sobre una pantalla.