La NASA ha designado a SpaceX, la compañía de Elon Musk, la responsabilidad de construir la nave remolcadora que sacará de órbita la Estación Espacial Internacional (EEI) al final de su vida operativa. La estructura deberá ser capaz de proporcionar el último impulso a una estación que pesa aproximadamente 400 toneladas y viaja a 27,000 km/h alrededor de la Tierra.
La EEI ha estado en órbita durante 25 años. Cerca de 270 astronautas de distintas nacionalidades han trabajado en sus compartimentos. Hasta abril de 2024, se han llevado a cabo 71 expediciones hacia ella y realizado 3,300 experimentos en condiciones de microgravedad. Cada tripulación de astronautas ha contribuido al estudio de diferentes aspectos científicos. Pronto toda su odisea científica llegará a su fin.
En lugar de ser abandonada como algunos de los satélites que ya no pueden operar, la EEI tendrá un proceso de eliminación especial. “Es crucial prepararse para la salida segura y responsable de la Estación Espacial Internacional de manera controlada después del final de su vida operativa en 2030”, afirmó la NASA. Para lograrlo, utilizará un vehículo que guiará a la estructura hacia un cementerio de naves espaciales ubicado en lo profundo del Océano Pacífico.
Así será el adiós a la EEI
Cuando la EEI ingrese a la Tierra, sus componentes serán destruidos la atmósfera. Los restos caerán en el Punto Nemo, el sitio más alejado de cualquier tierra firme en el planeta. En esta porción de altamar descansan los restos de 260 naves espaciales, según Popular Science. La Estación Espacial Internacional se convertirá en el mayor objeto que haya sido enterrado en el Punto Nemo en la historia. La proeza requerirá la experiencia de una compañía especializada.
En septiembre de 2023, la NASA abrió una convocatoria a la iniciativa privada para el diseño de la remolcadora. La decisión supondría una ventaja para el gobierno de Estados Unidos, al mismo tiempo que impulsaría la innovación a través de la competencia empresarial. Luego de 10 meses de trámites, SpaceX fue la firma que proporcionó la mejor propuesta. Según el comunicado de la agencia espacial, el contrato de adjudicación tiene un valor potencial total de 843 millones de dólares.
“Es un honor para SpaceX que la NASA confíe en nosotros para apoyar esta misión crítica”, publicó la compañía en la red social X. Por su parte, Elon Musk se limitó a compartir el comunicado de la NASA. Desde el anuncio, no ha parado de publicar información sobre la capacidad de sus cohetes Falcon y el despliegue exitoso de los satélites Starlink.
Aunque SpaceX se encargará del vehículo remolcador, la NASA podría acudir a otra empresa para llevarlo al espacio. El siguiente paso es contratar el servicio de lanzamiento. Todavía no está claro si alguno de los cohetes de Elon Musk transportará la remolcadora espacial o si la responsabilidad recaerá en otras compañías, como Boeing o Blue Origin.
Mientras llega el momento de decirle adiós a la Estación Espacial Internacional, su sucesora, la plataforma lunar Gateway, comienza a revelar sus detalles estructurales. La jubilación del laboratorio no marca el fin de las naves científicas en condiciones de microgravedad; en cambio, inicia una nueva era en la que las compañías privadas, junto con los gobiernos, aprovecharán esa región del espacio para crear nuevos puntos de investigación y turismo.