Aunque este fenómeno parece extremo, Noah Diffenbaugh, catedrático del Instituto Woods para el Medio Ambiente de Stanford, explica que podría deberse simplemente a la variabilidad natural del tiempo y que se necesitan más investigaciones para saber si está causado por el cambio climático. No obstante, aunque los vientos no son estacionales, el cambio climático está aumentando el riesgo de incendios forestales a finales o principios de la temporada en California.
“No solo se trata de un episodio de vientos especialmente fuertes, sino también de una estación especialmente seca a principios de enero”, esclarece Diffenbaugh. La estación húmeda del sur de California, que va de octubre a abril, ha registrado un nivel récord de precipitaciones, tras uno de los otoños más secos de los que se tiene constancia. Como las precipitaciones son más variables debido al cambio climático, la intersección entre la estación ventosa y la seca está aumentando: “Estamos viendo una cantidad significativa de días más calurosos, secos y ventosos, especialmente en el sur de California”, sugiere Trudeau.
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Los incendios forestales no solamente destruyen los bosques, sino que pueden aumentar los sedimentos en ríos y embalses, provocar la proliferación de algas y contaminar los cursos de agua con sustancias químicas peligrosas, dejando a los proveedores de agua enfrentados a las consecuencias a largo plazo.
Condiciones secas, temperaturas cálidas y combustible
Para agravar el problema, en los dos años anteriores se registraron precipitaciones por encima de lo normal, lo que propició el crecimiento de la vegetación y el follaje en las regiones montañosas: “Eso preparó el terreno, toda esa vegetación es más inflamable, por lo que estamos viendo incendios más fáciles y de propagación más rápida”, refiere Moreland. Marlon comenta que la proximidad de las personas y estructuras agrava los riesgos: “Las casas entremezcladas con la vegetación es lo que resulta tan problemático porque, en este caso, las casas proporcionan gran parte del combustible”.
Además, todos estos sucesos se producen en un contexto de temperaturas anuales más elevadas debido al cambio climático: “Un ligero aumento de la temperatura puede hacer que los incendios se intensifiquen rápidamente”, añade Marlon. Por su parte, Diffenburgh lo compara con un partido de béisbol, el cambio climático no tiene por qué hacer un home run para afectar al número de carreras anotadas: “Si pone corredores en las bases, aumenta el impacto del batazo”. En este caso, las bases estaban cargadas de condiciones secas, temperaturas cálidas y combustible. Los vientos solo estaban para batear.
Sin lluvia a la vista, muchas regiones siguen siendo vulnerables: “El sur de California depende de los meses de invierno para su estación húmeda. Si no se producen precipitaciones beneficiosas en esta época del año, no es un buen augurio para el resto de la primavera y el verano de cara a 2025. Su lugar, su ubicación, su momento, su gravedad, su tamaño, toda la naturaleza del fuego en un clima más cálido es diferente”, sostiene Marlon. Además, comenta que todo esto está sucediendo en el contexto de un presidente entrante que califica al cambio climático como un engaño. “Es realmente alarmante este vacío de liderazgo justo cuando más necesitamos proteger a la gente y prepararnos”.
Dado que los incendios son cada vez más frecuentes, graves e impredecibles, una mejor preparación y adaptación al clima es crucial para mitigar futuros desastres. Las organizaciones y gobiernos locales trabajan para proteger hogares y comunidades, y los avances en materiales de construcción resistentes al fuego; los programas de gestión de combustibles más agresivos y la mejora de los sistemas de alerta temprana pueden marcar la diferencia: “Deberíamos tener esto en cuenta a medida que el desarrollo se expande y sigue invadiendo estos lugares que arden de forma natural con regularidad”, concluye Marlon.
Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Alondra Flores.