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Así es Sednaya, la prisión apodada 'el matadero humano' del régimen de Assad

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Desde hace dos días, miles de sirios iluminan los oscuros pasillos de la prisión de Sednaya con las linternas de sus teléfonos. Buscan una puerta, un pasadizo secreto, cualquier pista que pueda conducirles hasta sus seres queridos desaparecidos. Las imágenes de su desesperada búsqueda dieron la vuelta al mundo: en las redes sociales se viralizaron los videos que mostraban a las familias entrando en la prisión y la liberación de los presos, algunos de los cuales estaban demasiado traumatizados para hablar.

Después de que los rebeldes tomaron Damasco, las familias pudieron entrar en el complejo penitenciario más temido de Siria, donde el régimen de Assad hizo desaparecer a decenas de miles de opositores. La prisión militar de Sednaya, apodada “el matadero humano” y situada a 30 kilómetros de la capital, fue liberada el 8 de diciembre, por fuerzas de oposición lideradas por el grupo islamista Hayat Tahrir al-Sham. La estructura fue durante años el símbolo más feroz de la represión del régimen: un lugar donde los detenidos eran torturados hasta la muerte después de juicios espectáculo que duraban unos minutos.

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La entrada del Centro Médico de la Universidad Americana de Beirut, en Líbano, el 17 de septiembre de 2024, después de que cientos de personas resultaran heridas por la explosión simultánea de los dispositivos de localización de los miembros del grupo paramilitar, Hezbollah.

Al menos 11 personas han muerto y más de 2,700 resultaron heridas en el Líbano por la explosión de localizadores. Los expertos afirman que las explosiones apuntan a un compromiso de la cadena de suministro y no a un ciberataque.


Falsas esperanzas y desinformación

La búsqueda de los Cascos Blancos, la organización siria de defensa civil, concluyó. A pesar de los rumores generalizados sobre la presencia de un ala subterránea, apodada el “ala roja”, donde estarían recluidos más presos en estado crítico, los equipos de rescate no encontraron más reclusos ni “zonas secretas” dentro del complejo. La defensa civil insta a la población a no albergar falsas esperanzas mientras sigan circulando rumores y desinformación.

No obstante, las labores de búsqueda lograron desenterrar documentos y registros penitenciarios que podrían ayudar a reconstruir el destino de unas 136,000 personas detenidas por el régimen de Assad y nunca encontradas. Varios grupos de derechos humanos subrayan la importancia de preservar esta documentación de forma sistemática, crucial para determinar las responsabilidades por los crímenes cometidos. “Pagaremos a quien pueda proporcionarnos información sobre prisiones ocultas en cualquier lugar de Siria”, declaró a Al Jazeera el director de los Cascos Blancos, Raed al-Saleh, quien reafirma su compromiso con la investigación en otras instalaciones del país.


La entrada a los controles de seguridad del espacio Schengen en el aeropuerto de Eindhoven, en Países Bajos.

Durante 40 años, el acuerdo permitió a 420 millones de europeos circular libremente entre 29 países. Pero ahora, entre la emergencia migratoria y el riesgo terrorista, ocho naciones ya han robustecido los controles.


Sednaya, medio siglo de tortura sistemática

La liberación de la prisión se produce en el momento álgido de una ofensiva relámpago que ha llevado a la caída del régimen Bashar al Assad, que estaba en el poder desde hacía más de veinte años. El presidente sirio huyó a Rusia después de que los rebeldes tomaron el control de Damasco, poniendo fin al medio siglo de gobierno de la familia Assad sobre el país. Mientras el Primer Ministro sirio iniciaba conversaciones para coordinar la transferencia de poder, el Alto Comisionado de las Nacionales Unidas para los Derechos Humanos, Volker Turk afirmó que “cualquier transición política debe garantizar que los responsables de graves violaciones rindan cuentas”, subrayando la necesidad de tomar todas las medidas para garantizar “la protección de todas las minorías y evitar represalias y actos de venganza”.

Construida en la década de 1970 bajo la presidencia de Hafez al-Assad, padre del actual presidente depuesto, la prisión militar de Sednaya ha sido durante décadas el corazón del sistema penitenciario del régimen sirio. Con el estallido del levantamiento contra Bashar al-Assad en 2011, Sednaya se convirtió en el principal centro de detención y eliminación de opositores políticos al régimen. La estructura, diseñada para desorientar y aterrorizar, está construida en torno a una escalera de caracol que parece no tener fin; la escalerilla está rodeada de barrotes metálicos y grandes puertas blindadas que conducen a las tres alas del complejo: cada una especializada en diferentes formas de tortura. No hay ventanas al exterior, un elemento arquitectónico diseñado para que los presos pierdan toda noción del tiempo y del espacio.

Según informes de Amnistía Internacional, el centro podía albergar hasta 20,000 presos al mismo tiempo. Los reclusos eran condenados por tribunales militares en juicios que duraban una media de entre uno y tres minutos, la condenada siempre era la misma: pena de muerte. La organización Human Rights Data Analysis Group (HRDAG, por sus siglas en inglés), citada por Al Jazeera, documentó que solo entre marzo de 2011 y diciembre de 2015, 17,723 personas fueron asesinadas en Sednaya.

Las estrechas celdas, de apenas unos metros cuadrados, albergaban a más de una docena de presos a la vez, obligados a dormir por turnos debido a la falta de espacio. “Los que salían de aquí parecían esqueletos”, declaró a The Guardian Ahmad al-Shnein, quien busca a tres familiares desaparecidos. Había una norma de silencio absoluto: los reclusos solo podían comunicarse a través de mensajes escritos en las paredes. En una de ellas aún puede leerse la frase “Tab, khadni” (‘Basta, llévame’).

Artículo publicado originalmente en WIRED Italia, adaptado por Alondra Flores.


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