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Ciencia

Un rival de Neuralink afirma que su implante ocular restauró la visión en personas ciegas

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Llevaban años perdiendo la visión central, que es la que permite ver letras, caras y detalles con claridad. Las células receptoras de luz de sus ojos se habían ido deteriorando, nublándoles gradualmente la vista. Pero tras recibir un implante ocular experimental como parte de un ensayo clínico, algunos de los participantes del estudio ahora pueden ver lo suficientemente bien como para leer un libro, jugar a las cartas y completar un crucigrama; eso, a pesar de ser legalmente ciegas. Science Corporation, la empresa californiana de interfaces cerebro-computadora (BCI) que desarrolla el implante, anunció esta semana los resultados preliminares.

Cuando Max Hodak, CEO de la empresa y ex presidente de Neuralink, vio por primera vez el video de un paciente ciego leyendo con el implante, se quedó pasmado. Esto llevó a la compañía que fundó en 2021, tras dejar la corporación de Elon Musk, a adquirir la tecnología de Pixium Vision a principios de este año. “No creo que nadie en este campo haya visto videos como ese antes”, afirma.


Synchron instaló chips en el cerebro de 10 pacientes para controlar dispositivos de Apple usando solo su mente.

La empresa que alcanzó este hito es Synchron, líder en la rama de la tecnología implantable.


Qué propone Science Corporation

El implante bautizado como Prima consiste en un chip cuadrado de 2 mm que se coloca quirúrgicamente bajo la retina en un procedimiento de 80 minutos. Unas gafas con cámara captan la información visual y emiten patrones de luz infrarroja sobre el chip, que tiene 378 píxeles luminosos. Actúa como un diminuto panel solar, convirtiendo la luz en un patrón de estimulación eléctrica y enviando esos impulsos eléctricos al cerebro. El órgano cerebral interpreta esas señales como imágenes, imitando el proceso de la visión natural.

En el pasado, ya hubo otros intentos de restaurar la visión estimulando eléctricamente la retina. Uno de ellos, llamado Argus II, fue aprobado para su uso comercial en Europa en 2011 y en EE UU en 2013. Ese implante consistía en electrodos más grandes que se colocaban encima de la retina. Su fabricante, Second Sight, dejó de producir el dispositivo en 2020 debido a dificultades financieras. Por su parte, Neuralink y otras empresas pretenden evitar por completo el ojo y estimular en su lugar la corteza visual del cerebro.

Estos dispositivos consiguen producir puntos de luz llamados ‘fosfenos’ en el campo visual de las personas, como puntos en una pantalla de radar. Son suficientes como para que la gente perciba a la gente y a los objetos como puntos blanquecinos, pero están muy lejos de la visión natural. Prima se diferencia de otros implantes de retina por su capacidad de proporcionar ‘visión de forma’, es decir, la percepción de formas, patrones y otros elementos visuales de los objetos. Sin embargo, lo que ven los usuarios no es una visión “normal”, pues no perciben el color, más bien ven una imagen procesada con un tinte amarillento.


Imagen de interfaz cerebro-ordenador de la empresa, InBrainNeuroelectronics.

Más fuerte que el acero, más eficaz que cualquier metal. InBrain Neuroelectronics, una española de biotecnología, ve en el material de carbono una forma de alimentar las interfaces cerebro-computadora del futuro.


Implante que actúa como ‘fotorreceptor’

En el ensayo participaron personas con atrofia geográfica, una forma avanzada de degeneración macular asociada a la edad (DMAE) que provoca la pérdida gradual de la visión central. Las personas con esta enfermedad conservan la visión periférica, pero tienen puntos ciegos en la visión central, lo que dificulta la lectura, el reconocimiento de caras o la visión con poca luz.

En la DMAE, ‘los fotorreceptores’, células situadas en la parte posterior de la retina que convierten la luz en señales para luego enviarlas al cerebro, se dañan con el tiempo. “Los fotorreceptores se pierden, pero la retina se conserva en gran medida. Nuestro enfoque es que el implante ocupe el lugar de los fotorreceptores”, explica Daniel Palanker, inventor del implante Prima y catedrático de oftalmología de la Universidad de Stanford.

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