Kimberly Cheatle, la directora del Servicio Secreto, la agencia estadounidense encargada de proteger a los principales políticos del país, dimitió tras el intento de asesinato del expresidente Donald Trump, ocurrido el 13 de julio durante un mitin en Pensilvania. Cheatle admitió rápidamente que el intento de asesinato fue “el fracaso operativo más importante del Servicio Secreto en décadas” y se vio obligada a dejar su cargo por la presión política bipartidista.
El mayor fracaso en décadas
Durante una audiencia parlamentaria del 22 de julio, Cheatle fue sometida a un severo escrutinio por parte de varios miembros del Congreso estadounidense, quienes la criticaron duramente por varios fallos en su gestión de la seguridad en el mitin. Durante el interrogatorio, la directora evitó dar respuestas exhaustivas a numerosas preguntas. Por ejemplo, no especificó el número exacto de agentes destinados a proteger a Trump. Además, no aclaró las razones por las que el edificio desde el que disparó el terrorista, situado a unos 100 metros del escenario del expresidente, había sido excluido del perímetro de seguridad.
Al término de la sesión, un grupo bipartidista de 15 congresistas, formado por 12 republicanos y 3 demócratas, le había instado a abandonar el cargo. Y aunque la directora había rechazado inicialmente esta petición, en una comunicación posterior, enviada a su personal el martes 23 de julio, Cheatle declaró que asumía “toda la responsabilidad por los fallos de seguridad” al frente de la agencia, y dimitío.
Cheatle, de 53 años, había ingresado en el Servicio Secreto nada más salir de la universidad, hace casi 30 años. Tras formar parte del equipo de seguridad del Vicepresidente Dick Cheney durante los atentados del 11 de septiembre de 2001, protegió a Joe Biden y a su esposa Jill entre 2008 y 2016. Tras un paréntesis temporal en 2021, regresó en 2022 cuando Biden, ahora presidente, la nombró directora de la agencia.
La investigación
Según la investigación de la Policía Federal hasta el momento, el edificio desde el que disparó el terrorista, Thomas Matthew Crooks, había sido identificado como “zona de peligro” cinco días antes del suceso. Además, el Servicio Secreto había sido alertado de la presencia de una persona sospechosa con un telémetro en su mochila (un instrumento digital para calcular distancias) unos 10 minutos antes de que Trump subiera al escenario. El FBI aún no ha determinado el móvil del terrorista, pero la información difundida hasta ahora sugiere posibles motivos políticos o ideológicos detrás del atentado.
Reacciones y consecuencias
La dimisión de Cheatle se produce en un momento de intenso escrutinio para el Servicio Secreto, objeto de numerosas investigaciones federales y del Congreso. El expresidente Trump comentó que la dimisión “debería haberse producido en una hora, no nueve o diez días” después del ataque. El Presidente Biden agradeció a Kimberly Cheatle su servicio público, destacando el valor y la integridad necesarios para asumir plenas responsabilidades en una organización con una tarea tan exigente. Y anunció que pronto nombraría un nuevo director. Mientras tanto, el Secretario de Seguridad Interior, Alejandro Mayorkas, nombró a Ronald Rowe, Director Adjunto del Servicio Secreto, director en funciones de la agencia. La Cámara de Representantes creó un grupo de trabajo bipartidista para investigar el intento de asesinato y hacer recomendaciones de reformas a las agencias gubernamentales pertinentes.
Artículo publicado originalmente en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.