Este es el vehículo que se denunció como robado. (Foto: Gentileza)

El dueño salió en busca de su vehículo, pero no lo encontró. El mundo se le vino abajo. Lo primero que se le ocurrió hacer fue ir a la comisaría para realizar la denuncia. Cuando los uniformados estuvieron al tanto, salieron en busca del auto. Lo encontraron al rato. Pero no fue lo único. También pillaron que detrás de este robo estaba metido ni más ni menos que un colega en asociación con dos procesados.

Las pericias llevaron hasta un agente policial quien, para colmo, tenía las llaves del auto ¡en la comisaría! Las había guardado en un cajón del escritorio que tenía en su lugar de trabajo. Lo que el uniformado no tenía era su arma. ¿Por qué? Porque estaba en poder de uno de los secuaces con los que se perpetró el atraco.

Es más, quien andaba por la vida con un “arma legal” era ni más ni menos que un fulano por el que pesaba una orden de captura. El que completó el trío para consumar el robo es un prójimo que debía guardar prisión domiciliaria.