En Ucrania, fuentes del ejército informan de que, debido a las interferencias electromagnéticas en los GPS de fabricación rusa, algunos misiles suministrados por la OTAN a Kiev están resultando completamente ineficaces contra los ataques enemigos. En particular, las Bombas de Pequeño Diámetro Lanzadas Desde tierra, GLSDB, fabricadas por la estadounidense Boeing y la sueca Saab, están encontrando serias dificultades en el campo de batalla.
Bomba de Pequeño Diámetro Lanzada desde Tierra
Las GLSDB, que se introdujeron en 2022, debían ofrecer a Ucrania la posibilidad de alcanzar con precisión objetivos situados a una distancia de hasta 150 kilómetros. A pesar de que se anunciaban como equipadas con un sistema GPS “altamente resistente a las interferencias”, estas armas demostraron ser vulnerables a las técnicas de guerra electrónica rusas. Un problema que no solamente anula la eficacia del arma, sino que supone un despilfarro de recursos humanos y materiales para el ejército ucraniano. Esta situación ya fue anticipada en abril, cuando un ejecutivo del Pentágono, Bill La Plante, insinuó la vulnerabilidad de un arma similar a la guerra electrónica rusa. Posteriormente, fuentes anónimas confirmaron a Reuters que se trataba efectivamente de GLSDB.
La ineficacia de estas armas, que sin embargo siguen siendo muy avanzadas tecnológicamente, está empujando a las tropas ucranianas a volver a métodos más tradicionales, como la artillería convencional, que no puede ser perturbada electrónicamente. Un cambio de estrategia defensiva que podría tener importantes repercusiones en el conflicto, teniendo en cuenta que Rusia parece haber superado su escasez de municiones gracias al apoyo de aliados como Corea del Norte.
Para Estados Unidos, la situación sigue siendo muy preocupante porque, además de la poca fiabilidad de sus sistemas de defensa tierra-aire, los dos años de guerra están dando a Rusia la oportunidad de acumular experiencia de primera mano sobre el terreno. Esto ha hecho que los rusos realicen enormes progresos en los sistemas de guerra electrónica. Los expertos militares aseguran que incluso las municiones lanzadas desde aviones y hasta los sofisticados sistemas de misiles Himars, que deberían haber beneficiado a Kiev, fueron saboteados por los sistemas GPS rusos. De hecho, según Business Insider, las principales empresas de defensa estadounidenses ya están trabajando para desarrollar una solución a este problema.
Más allá de Ucrania
Pero los efectos de la injerencia rusa se extienden mucho más allá del frente ucraniano. El ministro de Asuntos Exteriores estonio , Margus Tsahkna, confirmó recientemente que Rusia está bloqueando las señales GPS en amplias zonas de Europa del Este. Esto ha provocado el cierre del aeropuerto de Tartu, en Estonia, y está afectando a varias naciones bálticas y nórdicas. Las interferencias, localizadas en tres localidades rusas, incluido el enclave de Kaliningrado, plantean interrogantes sobre las verdaderas intenciones de Moscú.
Cabe preguntarse si se trata de un mero efecto secundario de las medidas de defensa rusas contra los drones ucranianos o de una acción deliberada contra la infraestructura civil de países no beligerantes. La distinción es crucial desde el punto de vista jurídico. Mientras que la interferencia como efecto colateral en zonas de conflicto activo puede considerarse lícita según las Convenciones de Ginebra, los ataques dirigidos contra la infraestructura civil de naciones neutrales podrían violar el derecho internacional.
Artículo publicado originalmente en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.