Un estudio publicado en Nature Climate Change afirma que uno de los gases que pone en peligro la capa de ozono se ha reducido significativamente. La disminución de los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) sucede por primera vez en la historia desde que se registra su impacto sobre la capa protectora del planeta. Los investigadores a cargo lo consideran una victoria. La reducción demuestra los beneficios de adoptar protocolos internacionales para mitigar los efectos del cambio climático.
Según la información obtenida por el Experimento Avanzado de Gases Atmosféricos Globales (AGAGE) y la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica (NOAA), el cloro asociado a los HCFC comienza a desaparecer del globo terrestre. En 2021 registró un pico de acumulación, a partir de entonces la proporción del gas se redujo paulatinamente en la capa de ozono.
En su peor momento, los hidroclorofluorocarbonos alcanzaron una magnitud de 321.69 ± 0.7 ppt (partes por millón). En 2022, el valor se redujo a 321.35 ± 0.29 ppt, y en 2023 cayó a 319.33 ± 0.33 ppt. Además, la tasa de forzamiento radiativo (la diferencia entre la luz solar absorbida por la Tierra y la energía irradiada al espacio) también presentó una tendencia a la baja. Partió de 61.75 ± 0.056 mW m-2 hasta llegar a los 61.28 ± 0.069 mW m-2.
“Esto ha sido un gran éxito mundial. Estamos viendo que las cosas van en la dirección correcta”, aseguró Luke Western, científico de la Universidad Británica de Bristol y autor principal del estudio, a la agencia AFP. Para él, la desaparición de los gases que amenazan la capa de ozono es obra del ‘Protocolo de Montreal’. El pacto se firmó casi de emergencia hace 3 décadas, cuando se reveló el “agujero” que se había formado en la capa de ozono en la Antártida.
La larga lucha contra los clorofluorocarbonos
Mario Molina y Sherry Rowland propusieron en 1974 que los compuestos químicos más utilizados en la industria en aquel momento se descomponían en la atmósfera mientras dañaban el ozono. Los denominados clorofluorocarbonos (CFC) se fragmentaban en la estratósfera para formar cloro y bromo. Estas moléculas reaccionaban con el oxígeno del entorno y lo debilitaban. Sin las partículas de ozono, el planeta presentaba una débil capa protectora contra la radiación UVC del Sol.
El ‘Protocolo de Montreal’, un acuerdo internacional que entró en vigor en 1989, tenía como objetivo la eliminación gradual de las sustancias que agotan la capa de ozono, incluyendo los CFC. Los países que firmaron el protocolo se comprometieron a sustituir los CFC por compuestos más amigables en favor de la recuperación del escudo del planeta.
Los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) fueron la respuesta de la industria ante el ‘Protocolo de Montreal’. Los HCFC cumplen la misma función refrigerante en los aerosoles, pero su ciclo de vida es considerablemente más corto que el de los CFC. Mientras que los CFC pueden permanecer en la atmósfera durante 100 años, los hidroclorofluorocarbonos apenas duran 20 años. Su adopción en la economía se consideró una alternativa más amigable con el medio ambiente. Sin embargo, los HCFC no están libres de afectar la capa de ozono. El cloro derivado del compuesto sigue reaccionando con el oxígeno, por lo que sus niveles en la atmósfera se monitorean constantemente.
En 2010 quedó prohibido el uso de CFC en la industria. Los organismos internacionales esperan que pase lo mismo con los HCFC para 2040. Mientras eso pasa de manera gradual, los científicos analizan los niveles de los gases en la capa de ozono. Esta última investigación revela que la larga lucha climática contra los clorofluorocarbonos al fin comienza a reflejar resultados. Las compañías deberán sustituir los HCFC de los aerosoles con compuestos de hidroflourocarbonos. Estos son una versión libre de cloro y, por tanto, no suponen una amenaza contra la capa de ozono.