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La adquisición de una fábrica en Alemania permitiría al gigante asiático afianzar su presencia en la industria automovilística del país.
Oficiales y fabricantes de coches chinos vigilan fábricas alemanas que van a cerrar y están especialmente interesados en las de Volkswagen, reportó este jueves Reuters, citando a una persona familiarizada con los posibles planes del Gobierno del gigante asiático.
Las empresas chinas han invertido en diversos sectores de la economía alemana, pero todavía no han establecido allí la fabricación tradicional de vehículos, por lo que la compra de una fábrica permitiría a Pekín fortalecer su influencia en la industria automovilística alemana.
El gigante automotriz, junto con otras marcas como BMW y Mercedes-Benz, se está quedando rezagado y no tiene la posibilidad de resistir la competencia de sus rivales chinos. Ante la crisis, se produjeron despidos masivos, de ahí que los directivos de Volkswagen quisieran cerrar varias fábricas, pero se chocaron con la resistencia de los sindicatos.
A su vez, las empresas chinas también expresan su preocupación por cómo las podrían recibir los sindicatos alemanes que ocupan la mitad de los puestos en los consejos consultivos de las empresas alemanas, detalla Reuters.
Mientras, un portavoz de la Cancillería china afirmó a la agencia que el país asiático ha introducido una serie de medidas de apertura para crear nuevas oportunidades de negocio para las empresas extranjeras, por lo tanto “se espera que la parte alemana también mantenga una mentalidad abierta y proporcione un entorno empresarial justo, equitativo y no discriminatorio para que las empresas chinas puedan invertir”.
De acuerdo con un banquero familiarizado con el fabricante de automóviles, vender las fábricas podría ser más barato para Volkswagen que cerrarlas por completo, y podrían alcanzar un precio de entre 100 y 300 millones de euros (entre 103 y 309 millones de dólares) cada una.
Hoy en día, muchos fabricantes de coches chinos intentan establecerse en el mercado europeo, el segundo mercado de vehículos eléctricos más grande del mundo, para eludir los aranceles impuestos por la Comisión Europea el año pasado con el objetivo de impedir “la injusta concesión de subvenciones”.