De acuerdo con Rifkin, el público objetivo del documental era gente joven, no había música, ni gráficos, duraba 1 minuto por decisión del productor. “Pensamos: ‘oye, a los 30 segundos como mucho nos abandonarán’. Y en cambio el documental fue visto por 8 millones de personas, la inmensa mayoría jóvenes. Sorprende ver lo que se puede proponer a las nuevas generaciones”. Fuera de la dimensión de un clip de 30 segundos en TikTok.
Este es el punto de la entrevista, critica el rumbo de la filosofía que Platón dio a la historia de la humanidad. El pensador griego introdujo el concepto de la escisión mente-cuerpo, que solo se puede experimentar a través del pensamiento puro y el razonamiento deductivo, y no a través de la experiencia sensorial. Según Rifkin, esta concepción condiciona la forma en que las generaciones de científicos y estudiosos llevan a cabo sus investigaciones: “Todos hemos oído innumerables veces la frase ‘intenta no ser tan emocional… Sé más racional. Confía más en la razón que en la experiencia’. Incluso Bacon injertó en la Ilustración una idea de la naturaleza como algo pasivo, como un objeto de la ciencia del que extraer secretos. Y este enfoque utilitarista de todo lo que nos rodea es lo que aún hoy guía nuestros avances científicos”.
Luego vino John Locke, que dio la base filosófica al concepto de propiedad privada y en este caso a la posibilidad de poseer proporciones de la hidrósfera. “Su tesis sobre la Naturaleza y el papel de la propiedad privada proporcionó la base intelectual para el desarrollo del capitalismo”, articula Rifkin. De ahí la sustracción de tierras para uso privado, parte activa del proceso de fotosíntesis, y que a la larga, ha creado problemas como la fragmentación de la Naturaleza. Por eso necesitamos una nueva historia, que cuente cómo el agua lo crea todo: “La ciencia lo sabe, pero no lo explica o quizá no se da cuenta del todo para contarlo: es fundamental recuperar a los filósofos y a los humanistas para reconfigurar también la narración”.
El papel de la Generación Z en el futuro de la humanidad
“Los chicos de la Generación Z son muy conscientes, protestan y lo hacen por instinto. Así de simple, poseen biofilia, empatía con otros seres vivos”, celebra Rifkin. Y en este punto lanza una perspectiva para el gran reto climático que espera a las nuevas generaciones. En su libro relata que la Institución Smithsoniana realizó un estudio para entender cómo se desarrolló nuestra especie durante el poco tiempo que pasó en la Tierra. “Para mí, esta es quizá la mayor nota de esperanza de nuestro tiempo”. Los investigadores analizaron los últimos 800,000 años del registro geológico para descubrir que este período estuvo marcado por la inclinación del eje terrestre y por cambios extremos de la temperatura en la Tierra; incluidas glaciaciones y un calentamiento repentino. El estudio concluye que logramos coexistir porque nuestra especie es una de las más adaptables del planeta, aunque físicamente es menos dotada que otras.
El papel del arte efímero
Planeta Aqua cuestiona muchos dogmas: uno de ellos es el papel contemporáneo del arte. Frente a una visión comercial y utilitarista de la obra artística, en la que un objeto está hecho para durar y cuanto más dura más valor adquiere, Rifkin recomienda tener cuidado con el crecimiento de lo que él llama ‘arte efímero’: “Es inmediato, destinado a disolverse y no a conservarse. Es una forma de arte que celebra la dimensión temporal de la existencia”. Algunos ejemplos son los shows de stand-up, las sesiones de jazz, las batallas de rap, instalaciones temporales en exposiciones y los flash mobs.
“En los años 90, varias generaciones empezaron a acercarse al arte efímero, vinculado a elementos naturales como la arena. A través de este tipo de actividades puedes sentirte parte de algo más grande. El problema de las nuevas generaciones es que pueden protestar, pero si pasan más de siete horas delante de una pantalla, como es habitual, su salud mental se deteriora y su cerebro deja de desarrollarse”, recuerda Rifkin. El futuro estará plagado de momentos en los que deberemos permanecer en casa, pero también de días en lo que habrá que aprender en exteriores e interactuar en la realidad viva. “La llegada de las artes efímeras será tan importante como las que dieron origen al Renacimiento”.
La insoportable frialdad del metaverso
Rifkin apoya la importancia del advenimiento de la IA, pero no comparte el entusiasmo por el metaverso: “el problema es que genera una desconexión con las capacidades humanas relacionadas con la empatía. Una cualidad que debe entrenarse en la vida real, y que no puede transmitirse a través de un dispositivo digital”. Y duda que la IA se desarrolle tanto como muchos CEO piensan: “Habrá un papel vital para la IA, pero ahora mismo quienes la desarrollan solo aspiran a ganar billones de dólares: no se desarrollará tanto como piensan. La motivación es la siguiente: no hay suficiente agua. Es cierto que la IA funciona con electricidad, pero también necesita de mucha agua para funcionar. Los estudios demuestran que el sol y el viento ya pueden sustituir a los combustibles fósiles en el suministro general de electricidad y que, por tanto, esto podría favorecer la expansión de la IA, pero el problema es que estamos recopilando demasiados datos: estamos instalando sensores por todas partes. Así que, si tienes un vehículo autónomo enviando datos a un cerebro general, hay un tiempo de latencia que creará problemas. ¿Y sabes cuánta agua se necesita para producir un chip? 8 toneladas de agua dulce por cada uno. Mientras la humanidad tiene cada vez más sed”.
Necesitamos agua y necesitamos IA, pero esta última no para usos secundarios, sino para primarios: desde las infraestructuras hasta la movilidad. Por ejemplo, en la distribución de la energía en los gobiernos biorregionales que plantea Rifkin en su libro. “Pero, ¿saben o les importa a los que se dedican a la IA en este momento de lo que estamos hablando ahora? Yo creo que no”.
El fin de la era de la energía fósil
Pocos tienen una visión más actualizada del reto de la transición ecológica que Rifkin, dado su papel como asesor de EE UU, China y de la Comisión Europea. Recientemente, fondos de inversión de la magnitud de Blackrock o Vangard se han mostrado más tímidos en su apoyo a las inversiones en sostenibilidad. Shell asegura que extraerá petróleo hasta 2050. Si tenemos que hacer la transición energética para salvarnos, las premisas para el cambio parecen oscurecerse.
“Es una impresión momentánea: en realidad, las petroleras ya no invierten tanto en exploración. En lo que se centran ahora es en aumentar el precio del petróleo y de los recursos fósiles que ya están disponibles. No sé qué les dicen los líderes a sus hijos cuando vuelven a casa por la noche. Si eres director general de una petrolera, sabes que tienes de cinco a diez años como máximo para maximizar los beneficios y mostrárselos a tus accionistas. La energía solar y la eólica son mucho más baratas que la nuclear, menos costosas que el petróleo, absolutamente más económicas que el carbón. No les importa el mercado: el costo marginal de las renovables se acerca a cero, no hay competencia en el futuro con, por ejemplo, el uranio o la extracción de combustibles fósiles”, acuña Rifkin.
Salvarnos con lo sublime: el miedo que crea asombro
Al principio y al final del libro de Rifkin está el gran choque de la concepción de lo ‘sublime’, el concepto desarrollado por el filósofo irlandés Edmund Burke. El autor estadounidense puntualiza que dentro de esta noción existen dos enfoques diferentes y opuestos originados por dos grandes filósofos: “Immanuel Kant nos instaría a ejercer nuestro impulso racional y forzar a las aguas a adaptarse a los caprichos de nuestra especie, mientras que Arthur Schopenhauer nos instaría a identificarnos con la naturaleza vivificante de la existencia y a encontrar formas de adaptarnos a un ciclo hidrológico que cambia rápidamente. La humanidad tendrá que elegir entre estas dos formas tan distintas de ver el futuro del planeta azul. Las opciones que tomemos afectarán no solo nuestro destino, sino al futuro de la vida misma en la Tierra”.
Entonces, ¿la solución para no extinguirnos es recuperar el miedo y el respeto a la naturaleza que nos rodea? “Hace muchos años escribí The Empathic Civilization: The Race to Global Consciousness in a World in Crisis (La civilización de la empatía: La carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis), un libro de casi 650 páginas, que me llevó 10 años. En concreto retomo el concepto de lo ‘sublime’ según Burke, y analizo esas manifestaciones naturales extremas, desde un tornado hasta una inundación; el tipo de fenómenos que nos sobrepasan como humanos. Aunque lo mismo puede ocurrir ante la visión de un arcoíris”.
Todo esto representa ahora la evolución de la narrativa que estamos viviendo. “¿Seremos capaces de cambiar la narrativa de la humanidad para salvarnos? No lo sé. ¿Hay movimientos hacia una nueva narrativa? Sí, están surgiendo”. El reto está sobre los pequeños hombros de los jóvenes. Si serán capaces de ir más allá de la protesta para cambiar la academia, la forma de entender la ciencia, la forma de pensar. “La clave será evolucionar como humanidad en un sentido adaptativo para ver la naturaleza como un proceso y un modelo, como un ser vivo: ya no solo como un objeto instrumental para nuestros fines”, concluye Rifkin.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.