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Seguridad

No, tu smartphone no es un arma explosiva

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En medio del violento conflicto con Israel, las comunicaciones y actividades digitales de Hezbolá también están sometidas al constante bombardeo de hackers israelíes. De hecho, este asalto digital constante habría contribuido a que el grupo abandonara las comunicaciones a través de smartphones en favor de los localizadores y los walkie-talkies: “Tu teléfono es su agente”, señaló en febrero el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, refiriéndose a Israel.

La industria comercial de programas espía ha demostrado que es posible comprometer los teléfonos inteligentes explotando cadenas de vulnerabilidades en sus sistemas operativos. Desarrollar uno de estos programas y encontrar repetidamente nuevas flaquezas es un proceso que exige muchos recursos, pero sigue siendo menos complicado y arriesgado que realizar un ataque a la cadena de suministro de hardware para comprometer físicamente los dispositivos durante o poco después de su fabricación. Y para un atacante, controlar toda la vida digital de un “objetivo” en un smartphone o una computadora es probablemente más valioso que el potencial del dispositivo como bomba.

“Me atrevería a decir que la única razón por la que no oímos hablar de la explosión de computadoras es que se está recopilando demasiada información de ellas”, teoriza Jake Williams, vicepresidente de investigación y desarrollo de Hunter Strategy, que trabajó para la Agencia de Seguridad Nacional de EE UU. “Creo que también hay un elemento potencial de selección de objetivos. Es bastante probable que los bípers y las radios personales queden en manos de agentes de Hezbolá, aunque no ocurre lo mismo con aparatos electrónicos de uso más general, como laptops“.


Gráfico que combina el logotipo de Apple con un candado

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Cambiar el interior de los smartphones

También hay otras razones más prácticas por las que es poco probable que los atentados del Líbano presagien una oleada mundial de explosiones de aparatos electrónicos de consumo a corto plazo. A diferencia de los dispositivos que se diseñaron en el siglo XX, la actual generación de aparatos móviles y, sobre todo, de smartphones, están repletos de componentes de hardware para ofrecer el mayor número de funciones y la mayor duración de la batería en el paquete más eficiente posible.

Woodward, que suele desmontar dispositivos de consumo, señala que en los teléfonos modernos hay muy poco espacio para incluir algo más, y en el proceso de fabricación pueden intervenir robots que colocan con precisión unos componentes sobre otros existentes. Las radiografías confirman el espacio tan reducido.

“Cuando se abre un smartphone, creo que la única forma de introducir una cantidad significativa de explosivo de gran potencia sería sustituir uno de los componentes”, explica mientras pone de ejemplo la modificación de una pila para que sea mitad batería, mitad explosivo. Pero “sustituir un componente de un celular comprometería su funcionalidad”, lo que podría llevar a un usuario a investigar el mal funcionamiento.

En cambio, el modelo de localizador vinculado a las explosiones, un dispositivo “robusto” con 85 días de autonomía, incluía múltiples piezas reemplazables. Ang Cui, fundador de la empresa de seguridad de dispositivos integrados Red Balloon Security, examinó los esquemas del modelo de localizador aparentemente utilizado en los atentados y declaró a WIRED que en su interior habría espacio libre para colocar explosivos. Según el fabricante, los walkie-talkies que explotaron, se dejaron de fabricar hace una década. Woodward certifica que al abrir versiones rediseñadas y actuales de tecnologías más antiguas, como los beepers, muchos componentes electrónicos internos se han “comprimido” a medida que han mejorado los métodos de fabricación y la eficiencia de los procesadores.

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