El balear Hugo González, única opción de medalla de la natación española en los Juegos Olímpicos de París, ha logrado este domingo la clasificación para la final de 100 metros con unos excelentes metros finales y gana en confianza de cara a su gran objetivo, el doble hectómetro mirando al techo de La Defense Arena.
Con un ambiente espectacular por la presencia del ídolo local Leon Marchand y con el colchonero Antoine Griezmann en las gradas, el nadador español fue quinto en la primera semifinal con 52.95 (a 25 centésimas de su récord de España).
La buena noticia llegó en la segunda semifinal, ya que tan solo tres rivales lo superaron, posibilitando así la primera plaza de finalista española en La Defense por tres centésimas. Ese gran final de prueba tuvo su premio.
“Es una prueba más y queríamos estar en la final, mañana veremos cómo va”, explicó el nadador balear. Sobre el ambiente que se vive en la piscina, Hugo afirmó que “parece un concierto en un estadio de fútbol, ayuda que haya capacidad para más fans y que la natación tenga más audiencia”.
Respecto a las quejas de algunos nadadores sobre la poca profundidad de la piscina, el nadador español apuntó que “estamos todos en las mismas condiciones así que da igual, ganará el que mejor nada”. “Hay estudios que dicen que si es más profunda las turbulencias no rebotan en el suelo y pega de nuevo en el nadador. Aquí sería más fácil que afecte a nuestro nado, pero es solo una teoría, no lo he comprobado”. En cuanto a su objetivo este lunes fue claro: “hacer marca personal”.
La estrella de la jornada fue sin duda Leon Marchand con una sensacional actuación en la final de 400 metros estilos. El galo dominó a su antojo los cuatro estilos con una espalda y una braza extraordinarias y tan solo cedió el récord mundial en el último cuarto de prueba libre, sin duda afectado por la poca profundidad de la piscina en un nuevo error organizativo. Y éste es imperdonable, por cierto.
El estilista pentacampeón mundial se impuso con 4:02.95, nuevo récord olímpico y a tan solo 45 centésimas del récord universal que estableció el año pasado en Fukuoka, provocando un auténtico éxtasis en La Defensa Arena. Aventajado en unos cinco metros, el japonés Tomoyoki Matsushita logró la plata (4:08.62) y el estadounidense Carson Foster aprovechó su gran libre para colgarse el bronce (4:08.66).
El tercer oro de la noche fue para la estadounidense Torri Huske, quien nadó en negativo la final de 100 metros mariposa para lograr con 55.59 su primera medalla olímpica individual tras ser plata en 4×100 libres en Tokio 2020. La campeona mundial júnior en 2019 y en el Mundial de 2020 precedió a su compatriota Cameron Gretchen (55.63) y por la china Yufei Zhang (56.21).
Muy contentos deben estar el Comité Olímpico Internacional (y de paso World Aquatics) con una extraordinaria jornada, pero sería injusto no reseñar que en los 100 braza femeninos faltó Yevgenia Chikunova y en los 100 espalda masculinos no estuvo quizá el mejor del mundo, Kliment Kolesnikov. ¿Su pecado? Ser rusos, igual que Medvedev, Safuillin, Mirra Andreeva y compañía… quienes están compitiendo en tenis casi con normalidad.
En las semifinales de 200 libres brilló el ‘niño prodigio’ David Popovici en su resurrección después de dos años complicados… pese a que solo tiene 19. El rumano pasó a la final con el mejor tiempo (1:44.53) por delante del británico Duncan Scott (1:44.94) y el estadounidense Luke Honson (1:45.19). Y en 100 braza femenino pasó con el mejor tiempo la sudafricana Tatjana Smith (1:05.00), seguida por la irlandesa Mona Mc Sarry (1:05.51) y por la laureada estadounidense Lilly King (1:05.64)