Nivel diosa. Así se presentó este domingo en el pabellón de Bercy la gimnasta Simone Biles, de vuelta a los escenarios olímpicos madura y poderosa, con ejercicios soberbios en barra, salto y suelo pese a padecer problemas en el tobillo izquierdo desde mitad de competición.
Tres años después de decir basta y abandonar los Juegos de Tokio, la estadounidense cerró aquel paréntesis con caligrafía de oro, aclamada por el público, admirada por sus rivales, todos incrédulos ante la creciente dificultad de sus rutinas.
Biles regresó a escena con un ejercicio de barra fantástico, precedida por una ovación atronadora en el pabellón de Bercy. Habían pasado tres largos años desde que en Tokio sufrió una crisis que la llevó a abandonar la competición y a alejarse de los gimnasios durante dos años.
Con el dorsal 391, vestida con un maillot negro con destellos de plata, Biles entró al aparato y no tuvo ni una duda en todo el ejercicio. Clavó las piruetas, enlazó los elementos con seguridad e hizo una salida perfecta, con doble mortal hacia atrás. Un salto imposible, siendo la primera mujer en la historia que realiza un Yurchenko double-pike.
Exhibición en el ejercicio de suelo
La gimnasta de Houston, de 27 años, actual campeona del mundo, siguió con su exhibición en la rotación de suelo. Aunque sacó un pie del tapiz en el triple-doble de su serie de apertura, presentó una nota de dificultad tan elevada, 6.800, que pudo recibir una calificación de 14,600 que la colocó como la mejor. Al público le pareció insuficiente, a juzgar por sus silbidos.
En total, Biles sumó 59,566 puntos, por delante de dos de sus compañeras, Sunisa Lee, oro en Tokio, con 56,132 y Jordan Chiles con 56,065. En la última subdivisión saldrá la considerada máxima rival de las estadounidenses, la brasileña Rebeca Andrade, plata hace tres años.