Hasta Kamala Harris nunca había llegado a la vicepresidencia de Estados Unidos una mujer, ni una persona negra y, además, con raíces en Asia (su padre es de Jamaica y su madre de la India). Ahora, tras la renuncia de Joe Biden a la candidatura demócrata para las elecciones de noviembre, y con el “apoyo y respaldo total” del presidente a que ella sea la nominada, la antigua fiscal y senadora de California, de 59 años puede mirar a otro hito: la oportunidad de convertirse en la primera candidata negra de un gran partido y, más lejos en el horizonte, la primera presidenta del país.
Es algo que acarició y no logró Hillary Clinton que, como tendrá que hacer potencialmente Harris, se midió en 2016 con Donald Trump. Entonces la demócrata ganó el voto popular pero no el colegio electoral.
Sin certeza ni consenso
Que Harris sea la nominada no es una certeza, pero en este domingo histórico cobraba fuerza como la mayor probabilidad y, también, como la opción preferida de destacadas voces demócratas. Y la propia Harris daba las gracias a Biden en un comunicado, donde además de alabar su presidencia prometía “ganarse y ganar” la nominación. “Haré todo lo que pueda para unir al Partido Demócrata y unir a nuestra nación para vencer a Donald Trump y su agenda extrema del Project 2025“, decía. “Tenemos 107 días hasta las elecciones”, recordaba. “Juntos pelearemos y juntos ganaremos”.
Inmediatamente se ponía formalmente al frente de la campaña y la operación , ya rebautizada “Harris para presidenta“, y entre otras cosas ganaba acceso a los 96 millones de dólares en las arcas de esa campaña. Y se lanzaba a buscar consolidar el respaldo, con conversaciones con líderes demócratas en el Congreso y en estados. Numerosas delegaciones estatales que irán a la convención demócrata en Chicago, entre el 19 y el 22 de agosto, se reunían y varias aprobaban que los delegados que en primarias ganó Biden voten por Harris.
El consenso, en cualquier caso, no existe. Y aunque tras el anuncio de Biden y su respaldo llegaron otros apoyos a la vicepresidenta hubo algunas voces influyentes que, con su silencio sobre Harris, abrieron espacio a que aparezca otro nominado. Las principales: las del expresidente Barack Obama, la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi y los actuales líderes demócratas en el Congreso: Chuck Schumer y Hakeem Jeffries.
Apoyos
Entre los apoyos más rápidos y destacados llegó precisamente el de Hillary Clinton y el expresidente Bill Clinton, que en un comunicado se declararon “honrados” de sumarse al respaldo de Biden a Harris y prometieron hacer todo lo que esté en su mano para ayudarla. “Es el momento de apoyar a Kamala Harris y pelear con todo lo que tenemos para que sea elegida. El futuro de EEUU depende de ello”, afirmaron.
Lanzaban también su respaldo a la candidatura políticos importantes como el influyente representante negro James Clyburn, que fue vital en 2020 para que Biden se hiciera con la nominación; la senadora Patty Murray, que hablaba de “un nuevo principio para nuestro partido y nuestro país”, Pramila Jayapal, líder de los congresistas progresistas en la Cámara Baja, así como la congresista Alexandria Ocasio-Cortez. Y lo hacían también figuras como el reverendo negro Al Sharpton: “Será imperativo para los estadounidenses, y especialmente los hombres negros, apoyarla en este momento histórico”, decía.
Las mejores noticias llegaban para Harris de otros políticos cuyos nombres se barajaban para dar el relevo a Biden, que a lo largo de la jornada fueron retirándose de esas quinielas y sumándose al equipo Harris. Es lo que hicieron el gobernador de California, Gavin Newsom; el de Pensilvania, Josh Shapiro: el de Carolina del Norte, Roy Cooper; el secretario de Transporte, Pete Buttitieg y el senador Mark Kelly. Tanto Shapiro como Cooper y Kelly se han barajado como potenciales compañeros de Harris en el ticket.
Informaciones de prensa también apuntaban a que no entraría en la carrera Gretchen Whitmer, gobernadora de Michigan, pero a la hora de escribir estas líneas no había un comunicado oficial.
Silencios y donantes
Los slencios de Obama, Pelosi, Schumer y Jeffreis tienen una lógica estratégica. El expresidente, por ejemplo, públicamente dice que quiere mantener la neutralidad, como hizo en 2020, hasta que el partido tenga un nominado oficial. Y Pelosi, estratega nata, llevaba semanas abogando por abrir el proceso antes de la convención con la clara intención de alejar la idea de una coronación antidemocrática. “Tengo extraordinaria confianza en que el partido será capaz de crear un proceso del que emerja un nominado excepcional”, decía este domingo.
Numerosos grandes donantes empezaron a mostrar también inmediatamente su apoyo a Harris y ActBlue, un importante grupo de recaudación de fondos de pequeñas aportaciones, anunció que en las horas siguientes al anuncio de Biden las donaciones se habían disparado hasta los casi 50 millones de dólares.
Otros dueños de fortunas que son megadonantes demócratas, no obstante, no dieron el paso. Y Reed Hastings, el cofundador de Netflix, en unas declaraciones a ‘The New York Times’ dijo que en la convención “los delegados demócratas necesitan elegir a un ganador de un estado bisagra”. Eran palabras que daban sentido a alertas que han lanzado progresistas como Ocasio-Cortez, que hace unos días, reiterando su apoyo a Biden, decía que las élites querían no solo forzar a retirarse al presidente sino circunvalar a Harris.
California, el estado de Harris, no se cuenta entre los lugares donde se deciden elecciones, un mapa que este año se reduce a Arizona, Nevada, Georgia y, sobre todo, Michigan, Wisconsin y Pensilvania. Pero ya antes de la renuncia de Biden se ha especulado mucho con que, si Harris acaba como candidata, pueda elegir para acompañarle en el ticket a alguien que refuerce ese flanco: sobre todo Shapiro, el gobernador de Pensilvania, pero también Andy Beshear, jefe del ejecutivo del muy conservador Kentucky y con buenos índices de aprobación entre independientes, moderados y hasta republicanos, o el senador Kelly, de Arizona.
Ataque republicano
Si Harris es finalmente la nominada puede dar por seguro una campaña de asalto y ataque sin tregua de Trump, su candidato a vicepresidente, J.D. Vance, y todos los republicanos. Además de insultos como el “loca” que Trump lanzaba este sábado en un mitin, la retratan como una radical de izquierdas, algo que no coincide con un historial centrista tanto como fiscal como en el Senado. También la atacan como la “zar de inmigración”, junto con la inflación el tema que más preocupa y moviliza a los conservadores y donde se culpa de todos los males a la Administración.
Para la campaña de Trump, en cualquier caso, una candidatura de Harris puede ser especialmente complicada dado el papel central que la vicepresidenta ha tomado a la hora de defender los derechos reproductivos y el aborto, un potencial movilizador a favor de los demócratas. Y aunque sus tres años y medio en el cargo han estado marcados por grises, en el último año ha logrado mostrarse como un activo no solo para conectar con mujeres sino también con jóvenes y minorías, partes clave del electorado para noviembre.