Parte de lo que se encontró en poder del detenido. (Foto Gentileza)

Un fulano concretaba un encuentro sexual. Se creía un «picholo». Coqueteaba a las mujeres y hacía creer algo que, finalmente, no era. Cuando estaban en la parte “caliente”, el fulano demostraba sus verdaderas intenciones y activaba cámaras y todo quedaba grabado “para siempre”. Cada posición, cada movimiento, cada sonido.

Con eso, él fabricaba un video que luego se encargaba de distribuir en distintos grupos de mensajería y en páginas sexuales, sin el consentimiento de las víctimas. Ante esta situación, la Fiscalía no solo lo imputó sino que además pidió prisión para él.

La agente fiscal de Delitos Informáticos, Ruth Benítez, lleva adelante el caso por la supuesta comisión del hecho punible de lesión del derecho a la comunicación y a la imagen. La representante fiscal solicitó al Juzgado Penal de Garantías n.º 2 la prisión preventiva del imputado.

Esto se basa en la suposición que el “picholo” habría compartido, sin consentimiento, este material violando la intimidad de las personas. Según los datos, el pasado 10 de julio, el hombre pasó varias imágenes y videos de carácter íntimo-sexual a través de distintas plataformas. Los archivos se habrían obtenido durante las relaciones sexuales que aparentemente tenía con la víctima.