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TN PRESS

La falta de autocrítica y sanciones en la medicina regional

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Lastimosamente se convirtieron en periódicos, hechos relacionados con errores, negligencias o impericias de los expositores de la medicina local, dejando como saldo inválidos y fallecidos.

Y en el mismo tenor, denuncias de mala praxis afectando a gente de menores recursos económicos, que, por la misma pobreza e ignorancia, sufren sin mucho reclamo un mal diagnóstico.

No todos los casos trascienden, justamente por la condición, o por la persuasión de científicos que tienen la facultad de cubrir propias negligencias con tecnicismos de fríos supuestos diagnósticos finales. Son pocas las denuncias que tienen insistencias y prensa que al menos exponen rostros de profesionales que no son capaces de reconocer actuaciones dolosas o culposas.

De ahí la necesidad de ocuparse seriamente al menos lo que sí está en el marco de la obligación de este estamento, mejorar el nivel de preparación académica y humana de médicos y futuros galenos.

Innumerables casos son relatados objetivamente por personas que reciben acciones que rondan lo delictivo por profesionales del rubro médico.

La penosa ineptitud de un profesional que conoce que nada debe tomarse a la ligera, y que los medios para comprobar presunción irremediablemente deben ser considerados, no merecen la más mínima impunidad.

La irresponsabilidad de un médico en tratar sin conocer realmente la dolencia, sí constituye un crimen doloso, pues más que nadie un galeno conoce las consecuencias de una determinación equivocada.

No solo en salud pública suceden lamentables sucesos, pues en el estamento privado se tienen resultados de negligencias, con el aditivo del imperio del deseo de lucro.

Lo de salvar vidas, en muchos de los casos dejó de ser el principal motivador del trabajo de un médico. Todo trabajo debe ser remunerado, pero cuando se tratan de labores en la salud, debe ir más allá del sencillo mercantilismo. El éxito médico está en el uso de todas las capacidades profesionales para dar solución a un mal.

Los de blanco deben admitir mediocridades, y reformular conductas irresponsables.

La responsabilidad por dar un diagnóstico preciso, no es azar, por lo que basarse sobre criterios falibles es ley.

Se tratan de vidas, no de cosas, por lo que, al menor error, voluntario o involuntario, puede matar.

Existen buenísimos médicos, pero están codeándose con mediocres e irresponsables.

La auto-protección desmesurada es otra traba fuerte que impide el proceso de mejoramiento de la profesión. Proteger por “solidaridad” o por deber favores, es ser cómplices directos de hechos criminosos.

Se requiere primero sanción y luego de re-educación.

Primero ver al paciente como un ser humano el que acude a amainar males, y luego billeteras o insignificancias, es también un paso relevante en mejorar esfuerzos.

El estamento tiene el compromiso de revisión y un mea culpa acompañado por acciones. No todos están en la misma bolsa, pero existen coincidencias, por experiencias comprobadas, que los doctores no cumplen con el debido deber de cuidado que le asigna su posición de garante.






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