Un pequeño paso de Donald Trump supuso un salto histórico en política exterior para España. Ocurrió el 10 de diciembre de 2020, a pocos días de que el republicano dejara de ser presidente. Publicó por sorpresa una declaración en la que proclamaba que Estados Unidos reconocía “la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental”, que para Naciones Unidas es territorio por descolonizar bajo control marroquí.
Era el pago de Washington a Rabat por apoyar los Acuerdos de Abraham de restablecimiento de relaciones con Israel, que también firmaron Emiratos Árabes Unidos y Baréin. Un plan estrella de Trump en la arena internacional. “¡Una propuesta de autonomía seria, creíble y realista de Marruecos es la ÚNICA base para una solución justa y duradera para la paz perdurable y prosperidad!”, escribió el mandatario en redes sociales. Año y medio después, Pedro Sánchez decidió romper la tradicional neutralidad española respecto al conflicto y usó unas palabras parecidas a las del republicano. Dijo que el plan marroquí era “el más serio, creíble y realista”. Aquello provocó un terremoto diplomático con Argelia y el Frente Polisario y las críticas de toda la oposición.
Quien esté a los mandos de la primera potencia del mundo marca inevitablemente el paso de los intereses de España. No es lo mismo el “tándem” George W. Bush y José María Aznar que el de Barack Obama con José Luis Rodríguez Zapatero. ¿Qué impacto tendrá en España si, como apuntan todas las encuestas, Trump conquista de nuevo la Casa Blanca?
Lo primero es que va a empeorar la relación política. Se acabaron las fotos de Sánchez y Biden charlando en mangas de camisa y con gafas de sol en Bali. Trump ha apoyado a Vox en España, con vídeos en sus mítines.
“Espero un enrarecimiento de la interlocución política. Habrá encontronazos y desavenencias porque el Gobierno de coalición de Sumar y PSOE ha apostado claramente por Biden”, dice Vicente Palacio, director de política exterior de Fundación Alternativas. “En España tenemos una coalición de izquierdas y al otro lado habrá un partido republicano muy populista”, abunda Carlota García Encina, investigadora principal del Real Instituto Elcano. “Estaría bien que nuestros dirigentes fueran prudentes en sus declaraciones, porque en ocasiones se han usado referencias a Trump como elemento de choque político y Estados Unidos es un aliado demasiado importante como para hacer tonterías, independientemente de quién lo gobierne”, sugiere Juan Tovar, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Burgos.
Proteccionismo y bilateralismo
Joe Biden mantuvo aquella declaración de Trump sobre el Sáhara, aunque añadió un matiz importante: que el diferendo entre el Frente Polisario y el Gobierno marroquí debía solucionarse dentro del marco de Naciones Unidas. Ese giro sutil es una muestra de un multilateralismo demócrata que no es de esperar del republicano. “Trump promueve las relaciones bilaterales frente al multilateralismo. No le gusta nada la Unión Europea, por ejemplo, e intentará negociar directamente con cada país”, apunta Carlota García Encina.
En 2019, Trump impuso aranceles a nuestro país y a Francia, Alemania y Reino Unido, como penalización por las ayudas de Estado a la aeronáutica europea Airbus. Un 25% para el aceite de oliva, el vino, el queso y las aceitunas. ¿Prepara Trump alguna medida similar? “No preveo ningún cambio disruptivo en el tema del proteccionismo, sino continuidad. Debemos hacer ver nuestro peso en Washington. No va a ir contra nosotros, porque no tiene nada contra nosotros. De forma bilateral deberíamos sacar provecho para no vernos sacudidos por posibles aranceles”, propone García Encina.
Estados Unidos es el principal inversor en España (28% del total de 28.215 millones de euros de inversión extranjera directa). Ninguno de los analistas consultados cree que eso vaya a cambiar sustancialmente. Hay un flujo de relaciones económicas sostenido más allá de cualquier cambio presidencial.
Economía verde
Biden también lleva a cabo políticas proteccionistas. La que más ha irritado en Europa ha sido la Ley de Reducción de la Inflación, IRA, por sus siglas en inglés. Una lluvia de centenares de miles de millones en ayudas y recortes de impuestos a las empresas de la economía verde, pero limitadas en un principio a compañías estadounidenses.
En este sentido, es previsible que Trump dé un golpe de timón, y se aleje de una economía verde que es clave para España y para sus empresas. “Trump ignoró por completo en su primer mandato la agenda climática y el impulso de las renovables”, opina Vicente Palacio. “California o incluso Estados republicanos van a luchar contra cualquier regresión en políticas climáticas, porque hay muchas empresas interesadas en la economía verde. Pero eso probablemente añada confrontación con España”.
Varias organizaciones medioambientales y grupos demócratas han hecho saltar las alarmas por la elección de J.D. Vance como posible vicepresidente en el tándem republicano. Le acusan de estar ligado a la industria petrolera y de poner en duda la influencia del ser humano en el cambio climático.
Relación estratégica de España con Estados Unidos
La Administración Biden y el Gobierno de Sánchez acordaron el envío de dos destructores más a la base de Rota, en Cádiz. No es de esperar que Trump frente ese envío. Hubo cierto temor a que Rota perdiera valor estratégico para Estados Unidos, que está girando su foco hacia el Pacífico. Pero las guerras en Ucrania y Gaza han vuelto a poner de manifiesto la importancia del Mediterráneo.
“España va a tener que ponerse las pilas con en el gasto en Defensa”, asegura Juan Tovar. Según la OTAN, nuestro país fue el tercero por la cola en 2023, con 15.157 millones de euros para Defensa en 2023. “Eso habrá que corregirlo si se quiere tener buena relación con una eventual Administración Trump. Está siendo un debate político interno importante en Estados Unidos: creen que garantizan la seguridad de Europa mientras la UE gasta en infraestructuras y servicios sociales”.
Gaza y el mar Rojo
España y Estados Unidos han mantenido posturas muy diferentes respecto a la guerra de Israel en Gaza, que ha causado cerca de 40.000 muertos, en su mayoría, niños. Ministras del Gobierno han criticado el “genocidio” que se está cometiendo en la Franja. Pedro Sánchez fue el primer líder occidental en recriminar a Benjamin Netanyahu la matanza de civiles, y ha creado un polo de reconocimiento unilateral del Estado de Palestina para promover la moribunda solución de dos Estados. Del otro lado, Joe Biden ha sido un apoyo fundamental para Netanyahu, enviando miles de millones de dólares y bombas para continuar la guerra, y dándole apoyo diplomático en la ONU. Sánchez se negó a contribuir a la misión contra los hutíes en el mar Rojo. Y, a pesar de todo ello, no ha habido reproche público alguno de la Administración Biden, que ha subrayado el respeto a las circunstancias e intereses nacionales. Todo eso podría cambiar con un Trump más asertivo en política exterior.