Longlegs es el intento más reciente de alto nivel de demostrar que el género paraguas del terror y el thriller puede ser algo más que sustos baratos y gore, y puedo decir con certeza, y un largo suspiro de alivio, que lo consigue.

Los que hayan seguido la campaña de marketing viral de Longlegs (un gran aplauso para el equipo que la ha llevado a cabo) probablemente ya hayan visto la última y, con diferencia, mejor obra como director de Oz Perkins. Para los que no la hayan visto, mantendré esta reseña tan libre de spoilers como sea posible, para no descorrer el telón antes de verla, y deberías verla.

Desde el principio, hay una intensa atmósfera de algo amenazador que se esconde fuera de la percepción del público. Acechando en la periferia o escondiéndose en rincones oscuros, hay un velo de terror siempre presente y una sensación de proximidad a algo peligroso y maligno.

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Después de décadas, asesinatos aparentemente sin relación entre sí empiezan a unirse y a tejer una red más amplia. El FBI crea un grupo de trabajo para localizar el único vínculo: un asesino que deja cartas firmadas en las escenas de los crímenes bajo el alias de Longlegs. Es entonces cuando entra en el caso la fresca agente Lee Harker, interpretada por Maika Monroe, con una extraña capacidad para percibir el peligro y una comprensión casi preternatural de los inquietantes enigmas de Longlegs, que la arrastran a profundizar en los brutales asesinatos y a acercarse a la verdad de su oscura naturaleza quizá más rápido de lo que ella o sus colegas hubieran deseado.

Actuando como guía del público hacia las cosas que escapan a su comprensión, a veces la destreza detectivesca de Harker resulta un poco excesiva, pero la trama minuciosa y bien escrita de Perkins no deja que estos instintos queden sin explicación, y de hecho apuntan hacia un cuadro temático más amplio dentro de la película.

A medida que Harker empieza a desentrañar los hilos de los asesinatos de Longlegs, el público y el FBI se enfrentan a la comprensión de que Longlegs no es un asesino autocomplaciente que se burla de las autoridades, parecido a los Zodiacs del mundo, sino algo quizá más siniestro. Metódico y desquiciado a la vez, Longlegs es un loco que actúa con mala intención. Aquí el enigma no está planteado para ser descifrado -aunque debe estarlo para atrapar al culpable-, sino que es una parte intrínseca de los propios asesinatos.

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Puedo recomendar con toda confianza a cualquiera, desde los más fanáticos de los sustos hasta los escépticos del terror, que vayan a ver la película: es una de las más bellas salidas recientes del género, tomando muchas referencias de Fargo en ese sentido, y está muy bien compuesta tanto en el sentido auditivo como en el visual. Una partitura impecablemente tensa se presta a una cinematografía a la vez magnífica y decidida. Esta película es una especie de clase magistral en el uso del espacio vacío, de la iluminación y de los rincones para evocar el miedo, con personajes situados a menudo en lugares vacíos y oscuramente iluminados mientras recorren el espantoso rastro de las hazañas de Piernaslargas. Y más allá de este experto encuadre, cuando la propia cámara se mueve, lo hace separada de nuestros personajes, con un toque voyeurista que realza la sensación de que la vida de Harker está sumida en un caos y un desasosiego perpetuos.

Hay muchas interpretaciones excelentes en la película, pero ninguna destaca más que la del asesino en serie titular, Nicolas Cage, y creo que hace un trabajo maravilloso dando vida a un personaje desquiciado, más grande que la vida y francamente espeluznante. Especialmente teniendo en cuenta lo que puede llegar a ser un arma de doble filo, ejecutar así de bien este tipo de personaje es realmente digno de elogio.

Dicho esto, al igual que ocurre con el terror y el thriller en general, creo que la Longlegs de Cage requiere un visionado de buena fe e implicado para que funcione, y aunque personalmente creo que su interpretación es perfecta para el papel, puedo imaginarme fácilmente que el público en general no la acepte. Además, uno de mis mayores defectos con la película es lo pronto que muestra sus cartas, y no hay caso más flagrante de ello que el tratamiento que hace de Cage, cuya interpretación me habría gustado que se desarrollara con más moderación durante más tiempo, para que su revelación final hubiera sido más impactante.

No creo que llegue a dar en el clavo en el último tercio, y sobre todo en el último cuarto de la película, pero no puedo decir que la verdad de los asesinatos no esté bien sembrada desde el principio y repetidamente a los miembros perceptivos del público. Aunque creo que la historia podría haber tenido una conclusión diferente, más humanista o psicológica, es una crítica perezosa criticar lo que no hay, sobre todo cuando lo que hay está lejos de ser malo, y aunque no es totalmente satisfactorio, desde luego no es insatisfactorio.

Un collage de cosas que se vislumbran pero no se ven del todo, Longlegs es una película con un profundo conocimiento de los pequeños miedos de la mente, y sabe con experta precisión cómo aprovecharse de ellos. Todo, desde la banda sonora de la película hasta su ambientación, es intencionado e impactante, y me demuestra que lo que a menudo se considera un género cinematográfico “más fácil” tiene un lugar para que la belleza se sitúe a la derecha del miedo, y de hecho sólo sirve para profundizar su impacto.