En ocasiones queda demostrado que un trabajo efectivo, preventivo y de buen resultado, es totalmente factible por parte de la Policía Nacional. Son acciones precisas de la policía departamental, que tiene méritos altos dentro de una institución que no precisamente se viene destacando por buenas labores. Con cada evento ilegal, desbaratado por agentes del orden, queda marcado que se tiene capacidad de sobra para el manejo de investigación contra crímenes y que con el andar cauteloso, los resultados favorecen a los ciudadanos de bien.
Evitar hechos criminales, siempre está ligado a aprehensiones o muertes, y toda vez que afecte a marginales, se cierra con un óptimo, lo de la calificación. Lo principal radica en la fidelidad. Fidelidad en el cumplimiento de las labores, y en este caso a la misma función concedida por la ley. Es primordial comprender que un policía debe estar siempre del lado de la ley y en contra del dinero sucio y de los propiciadores de ilegalidades. Si bien, esta es la obligación de la Policía Nacional, la realidad nos pinta que hay demasiadas muestras de lo contrario.
La honestidad policial es esencial para contrarrestar la marginalidad agobiante, en todos sus niveles. Si un policía es corrompido por el dinero marginal, desbarata cualquier plan, proyecto y buenas ideas generadas. Mantenerse en el principio de hacer bien las cosas, por la idea vivida de proteger a las personas y sus bienes, nos traerá el respeto pleno por una dependencia fundamental de la estructura de cualquier Gobierno. No debe ser un hecho aislado logros policiales.
Si dudas existen innumerables acontecimientos que denigran a las fuerzas policiales, pero es real que bien puede reivindicarse, de mantenerse lo de la honestidad integral, no a cuenta gotas. Es un rubro más que delicado, por lo que brindar la importancia debida, tanto para limpiar los cuadros de alimañas que fungen de policías, así como dotar de mejores medios y condiciones, son puntos clave en el crecimiento y reingeniería de esta repartición del Ministerio del Interior.
La integridad de la policía tiene gran porcentaje centrada en la educación, comportamiento de sus integrantes, pero no deja de ser importante una mejor selección de los aspirantes, así como la dignificación del trabajo, con asensos justos, distinciones a los mejores y castigos a quienes deshonran el uniforme. Es insoslayable prestar mayor atención a la policía, en pos de la propia ciudadanía, que aún no pierde el trauma de tener a la vez, en muchos de los casos, a marginales con uniforme e insignia.
Una remuneración acorde a la función, es igualmente materia pendiente en el diseño de una política de seguridad requerida. Hay que ver todo el panorama, no solo generalizar males reales, pero no predominantes. Alentar lo correcto debe darse también desde el interior de la fuerza, siendo esencial que los superiores vivencien lo que debe ser y el honor de ser policía.
