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¿Por qué hemos enviado más peces al espacio que astronautas?

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Cuatro peces nadan y se alimentan sin complicaciones en una pequeña caja transparente desde hace meses. Viajan a una velocidad de 26,208 kilómetros por hora, a 400 kilómetros de altura, a bordo de la estación espacial Tiangong de China, bajo condiciones de microgravedad. No son los primeros ni los últimos seres acuáticos en la historia de la exploración espacial. Hay decenas de miles de peces que han emprendido viajes a la órbita baja de la Tierra, en pos de la ciencia y la presencia humana sostenida en el espacio.

Monos, perros, grillos, ratones, tortugas, insectos y peces han volado fuera del planeta en diferentes momentos de la ciencia espacial. Si se toma en cuenta el número de especímenes en el cargamento de los trasbordadores, con seguridad se puede pensar que los seres acuáticos son los que más han tenido presencia fuera de la Tierra. Sin ir muy lejos, todos recuerdan la imagen del perro astronauta, pero solo hay 20 canes registrados bajo esa clase de misiones. Laika, la perra rusa, es la más famosa de todos.


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Según un grupo de científicos, experimentar señales de posibles experiencias conscientes no es una característica reservada solamente para los mamíferos.


Sin embargo, en 2017, un banco de peces Medaka fue parte de la tripulación de la Estación Espacial Internacional. En los años 90, el trasbordador Columbia llevó miles de ellos. En la década de 1970 comenzó el registro de la actividad de los peces cebra. Si uno va hacia atrás en la historia, encontrará que el primer registro de peces espaciales data de 1973, cuatro años después del primer alunizaje. La ciencia lleva cinco décadas estudiando organismos marinos ininterrumpidamente y no parece haber planes de parar.

La gran pregunta que intentan resolver los peces

Desde los primeros momentos de la exploración espacial, la mayoría de los científicos no se cuestionaban si era posible viajar más allá de la Tierra, sino más bien cuánto tiempo podrían hacerlo sin poner en peligro a los seres humanos. El efecto de la ingravidez prolongada sobre la anatomía humana ha sido objeto de estudio desde la década de 1950.

El ser humano ha evolucionado para funcionar óptimamente bajo la gravedad terrestre. Cualquier alteración en esa magnitud conlleva a importantes afectaciones en el organismo. Gracias a la presencia de astronautas en laboratorios bajo condiciones de microgravedad, la medicina actualmente sabe que están expuestos a la pérdida de densidad ósea y muscular, al aumento de la altura y a la pérdida de la visión.

Investigar afectaciones más profundas en los sistemas vasculares, nerviosos y reproductivos de los seres humanos es complicado en las circunstancias actuales. Por esta razón, los científicos buscan especies genéticamente similares a los astronautas para encontrar respuestas médicas específicas. De cara a las misiones en la Luna y Marte, es fundamental resolver algunas cuestiones clave del desarrollo humano bajo condiciones de ingravidez o microgravedad a largo plazo.

¿Por qué peces?

Los peces son asombrosamente resistentes, fáciles de empaquetar y sencillos de manejar. Además, cuentan con órganos vitales similares a los de los humanos. Según los investigadores, sus cuerpos funcionan de manera análoga a los de los astronautas. En biología, a esa clase de peces se les conoce como organismos modelo, seres que se estudian para comprender procesos biológicos en otros cuerpos.

En la ciencia espacial, los peces cebra son especialmente apreciados. Al nacer son totalmente transparentes, lo que permite a los astronautas a bordo de las estaciones espaciales estudiar los efectos de la ingravidez en ellos.

La NASA es consciente del avance científico que se logra gracias a los animales en el espacio. En 1998, la agencia espacial publicó lo siguiente: “A pesar de las pérdidas, estos animales han enseñado a los científicos mucho más de lo que se podría haber aprendido sin ellos. Sin las pruebas con animales en los primeros días del programa espacial humano, los programas soviético y estadounidense podrían haber sufrido grandes pérdidas de vidas humanas. Estos animales prestaron un servicio a sus respectivos países que ningún ser humano podría o habría realizado. Dieron sus vidas y/o su servicio en nombre del avance tecnológico, allanando el camino para las numerosas incursiones de la humanidad en el espacio”.

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