Las playas del Mar Rojo en el Medio Oriente están despertando con cientos de erizos de mar muertos sin una explicación concreta. La ciencia tiene un nombre para este tipo de fenómenos: eventos de mortalidad masiva. Un estudio reciente publicado en la revista Current Biology ha encontrado que estos eventos se están extendiendo por varios océanos del mundo, afectando exclusivamente a comunidades enteras de equinodermos, como si se tratara de una epidemia.
Los erizos de mar comenzaron a morir en masa desde finales de 2022 en las playas de Jordania. En pocos meses, los eventos de mortalidad masiva se propagaron hacia el sur, llegando al Golfo de Áqaba. Para abril de 2023, ya se habían extendido por toda la península del Sinaí, un territorio que abarca 380 kilómetros de longitud. Desde entonces, las especies están siendo afectadas en todo el Mar Rojo, y se han registrado muertes incluso sobre el Océano Índico Occidental.
Algo está diezmando las poblaciones de Echinothrix petersi y Diadema antillarum a una velocidad tan alta que ha encendido las alarmas entre los biólogos regionales. En el peor escenario, cuentan los científicos, lo que sea que esté provocando estas muertes podría llegar a Australia y afectar la Gran Barrera de Coral.
El principal sospechoso es un patógeno. Los cuerpos sin vida de los erizos no mostraron la presencia de virus o bacterias tradicionales que afecten su desarrollo. En cambio, se encontraron ciliados, parásitos unicelulares del género Scuticociliatia. Este organismo es conocido por los biólogos debido a que causa la enfermedad de la escuticociliatosis en peces, crustáceos, tiburones y caballitos de mar.
No está confirmado que el parásito sea el causante, pero tiene antecedentes en eventos de mortalidad masiva de erizos de mar. En 1983, el mismo patógeno fue señalado como responsable de la casi desaparición de la Diadema antillarum en el Mar Caribe. El proceso de infección es rápido y brutal: tras contagiarse, los erizos mueren en tan solo dos días, pero antes pierden sus espinas de defensa y tejidos protectores, lo que los convierte en presas fáciles para los depredadores. En las playas, los investigadores solo encuentran sus esqueletos blancos y redondos.
Un mar sin erizos
Aunque carecen de cerebro, extremidades y ojos, los erizos tienen un extenso sistema nervioso, células fotorreceptoras y un eficiente sistema de alimentación. Son vitales para los ecosistemas marinos, ya que mantienen el equilibrio entre algas y corales. Con sus bocas ocultas, devoran la abundancia de algas en el océano. De esta forma, todos sus compañeros de hábitat reciben la misma cantidad de luz solar. Por ello, algunos biólogos los llaman “los jardineros de los arrecifes de coral”. La repentina desaparición de sus poblaciones pone en riesgo la estabilidad de esos ecosistemas marinos.
“El colapso de estos principales herbívoros bentónicos en el Mar Rojo y el Océano Índico occidental puede conducir a una dominancia de las algas sobre los corales, amenazando la estabilidad de los arrecifes de coral a escala regional. Emitimos una advertencia sobre una mayor expansión de la mortalidad y solicitamos esfuerzos inmediatos de monitoreo y conservación para estas especies ecológicas clave”, señala el documento.
Los científicos continuarán investigando esta pandemia de erizos para determinar la ruta del patógeno y descubrir su origen. Si no se encuentra una solución pronto, los expertos sugieren poner en cuarentena a los erizos de mar sanos y reintroducirlos en sus lugares de origen una vez que el parásito haya desaparecido.